Me reúno con Ana Mendoza en un pequeño café en la zona nueva de Madrid. Se la ve radiante y numerosas personas la reconocen como la periodista del canal líder en tv. Lleva un ligero vestido de color amarillo y luce un atractivo bronceado. Durante años fue una de las múltiples periodistas que cubrieron la contienda para la televisión del ejercito. Su presencia en tv fue vista por muchos como la llama de la esperanza. Hoy en día no deja de recibir premios por toda la geografía española.
¿le sorprende verme así? Se que la gente no está acostumbrada a verme así, solía llevar un chaleco lleno de bolsillos y un estupendo casco del ejercito español, que la verdad sea dicha no se para que me servía porque aquellas cosas no disparaban, pero ¿sabe una cosa? Frente a las cámaras cualquiera que vaya con un casco parece mucho más serio, y siempre parece que la situación es mucho más peligrosa de lo que realmente es.
Yo me encargaba de las conexiones en directo durante los meses previos al gran pánico. Fui testigo de cómo el ejercito clausuraba los aeropuertos ¿recuerda aquella conexión en
Nuestro día de gloria fue aquel en el que nos topamos con el primer Zeta. Los productores y los ejecutivos estaban como locos para que encontrásemos uno y se lo mostrasemos al gran público. Recuerdo que estábamos todos los periodistas como locos buscando a un pútrido para hacer el mayor reportaje sensacionalista del año. Creo que fue a eso de las 22,35 o así cuando Miguel, el cámara que iba con nosotros en aquel momento oyó en el escáner algo sobre un ataque en las barranquillas, un grupo de yonkis estaban atacando la casa de un narco-gitano de la zona. Todos nos miramos y supimos que aquello era la noticia del año. Saltamos a la furgoneta y corrimos como locos a las barranquillas en busca de la conexión del año. Me acuerdo que nos topamos con los chicos de la otra cadena e infantilmente hicimos una carrera para ver quien llegaba primero al lugar.
[Ana enciende un cigarrillo y le da fuertes caladas, su voz denota cierto nerviosismo] ¿Sabe? Aún recuerdo la primera vez que los vimos. Cuando llegamos saltamos de la furgoneta con la cámara en mano y realizamos una pequeña intro. Miguel me enfocó primero a mí y luego enfocó al grupo de yonkis que aporreaban la casa. ¿Sabe de lo que me acuerdo? Del olor. Toda aquella zona era un estercolero, bolsas de basura tiradas por doquier sin ningún control, el olor a orín, a neumáticos quemados, y allí estábamos nosotros grabando toda la secuencia en directo. Yo no quise acercarme, no se porqué pero sentí una sensación de peligro inminente: mi cerebro me decía que siguiese grabando y al instante siguiente me decía que me alejase lo más rápidamente posible de allí. Al final mi propio instinto de conservación se antepuso a mi afán de protagonismo. Supongo que habrá visto las imágenes, las primeras imagines de un Zeta en España, como aquel pútrido se abalanzó sobre Chus, la compañera del otro canal y le muerde el cuello mientras su cámara se queda clavado en el sitio sin poder reaccionar y como cae víctima de otro zombie que había a lado suyo y en el que nadie había reparado. Fue la peor experiencia de mi vida, recuerdo que Miguel yo salimos corriendo hasta meternos en la furgoneta mientras gritábamos como locos. Damián, nuestro conductor salió volando de allí y no paramos hasta llegar a nuestra cadena donde se ocuparon de montar todo lo que pudimos grabar aquella noche. Durante un par de días no se habló de otra cosa y creo recordar que no hubo más ataques en una semana. ¿Sabe? Yo creo que en esa semana el gobierno pidió más favores a los medios de comunicación que en toda la historia. Y lo que en aquel tiempo me pareció indignante, pues creía que el pueblo tenía que saber toda la verdad, ahora me parece que tenían sus razones, si los medios de comunicación no hubiésemos seguido agitando el avispero tal y como hicimos, el Gran Pánico no habría sido tan grande. Pero al final todo acabó estallando. Era imposible que no ocurriese. Solo tenías que darte una vuelta por cualquier blog, o comprobar tu email para encontrarte con videos o fotos que mostraban a los zombies atacando a alguien o moviéndose a sus anchas por algunas zonas antes de ser abatidos por los GEO.
Luego ya sabe el resto de la historia, el Gran Pánico a escala mundial, la derogación del tratado de Shchengen, los colapsos en las carreteras y la desaparición de la civilización como la habíamos conocido. Yo fui de las pocas afortunadas que pudo salvarse antes de que el Colapso [ana remarca de forma sonora esta palabra] dejase a Madrid aislada del norte. Y supongo que el resto es historia. Clasificada como una T-7, es decir, sin habilidades útiles para la sociedad, fui enrolada a la fuerza [ana hace el gesto de ponerle comillas a esta palabra con una sonrisa] en una fabrica conservera en la ría de Arosa. Creo que estuve dos años trabajando allí, hasta que finalmente unos tipos del ejercito me sacaron de allí y me pusieron al frente de los informativos del ejercito, donde pude cubrir las principales operaciones: León, Torrelobaton (Valladolid), Peñafiel, El Alto de los Leones, Madrid… y así durante cinco largos años hasta que llegamos a Almería.
Muy bueno caballero... me gusta, espero el siguiente!!!
ResponderEliminar