[Me encuentro en el Consejo Regulador de Información en una pequeña sala sentado en una mesa entorno a un televisor. Mi acompañante es el Alferez Prieto, aparentemente su gesto es serio, pero cuando empezamos a hablar su voz resulta mucho más distendida. Antes de empezar la conversación mete una cita en el video y la empezamos a ver. En la pantalla el conocido abogado Marcos Rodríguez , ,candidato a la presidencia, está lanzando un discurso acerca de los derechos civiles…]
“ ¡Compañeros! Ha pasado ya el suficiente tiempo desde que se consideró acabada la reconquista y es en estos momentos de calma cuando debemos empezar a hacernos preguntas y a buscar responsabilidades. Durante 4 años y medio nos hemos visto sometidos a un régimen totalitario donde nuestros derechos civiles más fundamentales han sido violados. Durante años hemos sido explotados, golpeados y humillados por las fuerzas militares de este país. Estas fuerzas militares que dicen habernos liberados han sido durante años un instrumento político de un pequeño grupo de ciudadanos que se aprovecharon de la coyuntura para imponernos sus reglas y un estilo de vida totalmente despreciable. Recordad como nos dejaron a la mayor parte de la población indefensa, como animaron a muchos ciudadanos a abandonar sus ciudades para someterlos a sus brutales métodos de convivencia, como fuimos enrolados por la fuerza en su fascista ejercito y como nos quitaron nuestros derechos [ el auditorio estalla en aplausos y el alferez Prieto pausa la cinta] “
“¿Patricio O ‘callaghan? Me suena su nombre, creo que algunas de sus crónicas pasaron por mis manos ¿lo sabía? ¿no? Pues ahora lo sabe, yo fui uno de esos que se dedicaban a censurar las crónicas del frente. Espero que no me guarde rencor, yo solo cumplía con mi trabajo [esta frase se oye mucho entre los militares estos días].
Lo más curioso del tipo este – dice señalando a la pantalla- es que todo lo que dice es bastante cierto. Jodimos a la población largándonos aquí, al norte de España. Dejamos tirados a millones de personas pero debe entender una cosa, para salvarnos debíamos renunciar a salvarlos a todos. Es la doctrina Radekeer. Aísla a toda la gente que puedas y deja al resto fuera. Cuando puedas empieza a ayudar a los que se han quedado fuera, y cuando estés listo libéralos. Así de sencillo. Ni más ni menos.
Nuestro plan Radekeer, al que llamamos coloquialmente “El Cerrojazo” fue simple. Nos movimos al norte y dejamos el resto de la península a su propia suerte. Sabíamos que había zonas que podrían sobrevivir perfectamente pero no podíamos estar en todos los lados. La estructura del plan era evitar que los zetas entrasen, y darnos tiempo para reorganizar la sociedad para crear un nuevo plan para volver a retomar las zonas infectadas. No solo estaba la zona Norte: Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco; sino que también contábamos con las islas: Mallorca y las Canarias. Todos fueron catalogados como zonas idóneas para el gran plan. Y excepto por el desastre mallorquín (aún no sabemos realmente que pasó) en todas estas zonas el “Cerrojazo” fue un éxito.
Ahora piense en la gente que sobrevivió, en la que alcanzó estas zonas. En tan solo dos meses la población se triplicó en toda la zona norte. Millones de personas tuvieron que ser distribuidos en decenas de campamentos para refugiados. Luego a medida que fue transcurriendo el tiempo fuimos distribuyendo a la gente en todas las casas disponibles, pero entienda que en algún lado teníamos que meter a toda esa gente.
Luego empezó otro problema. Imagínese a millones de personas sin saber que hacer, apiñadas en casas y con una moral bajísima. Es ahí cuando empezamos a clasificar a la población y a darles un trabajo en consonancia con sus habilidades. No fue popular créame, obligamos, y sí, lo digo claramente, obligamos, a millones de personas a que trabajasen en arás de la comunidad. Aquello fue terrible para miles de personas. Acostumbradas a trabajar desde una oficina se vieron en apenas unos meses a trabajar en el campo, en las fábricas o de peones de albañil.
Establecimos una clasificación dependiendo de las habilidades de cada uno. Los más valorados eran aquellos que sabía hacer algo útil: Mecánicos, electricistas, soldadores, albañiles, etc.… estos eran por así decirlo los primeros de la lista. Luego íbamos descendiendo de categoría hasta llegar a
Y al final entre tanto desorden, entre tanto caos, la cosa empezó a funcionar. La mayor parte de la gente entendió que si no cooperaban no habría un mañana. No es que aquello fuese la casa de la pradera, pero las cosas empezaron a ir un poco mejor. Gracias a nuestra exitosa política pudimos aumentar año a año las cotas de producción asignadas a cada zona. La gente descubrió que podía vivir felizmente con lo que se les asignaba.
Aunque puede que de no haber sido por los Policías Militares no nos hubiese ido tan bien.
Tardamos un año en reflotar la economía de subsistencia, y en otro año más estuvimos ya en disposición de pensar en como reconquistar las zonas afectadas. El resto ya lo conoce ¿no? ¿Usted estuvo allí desde el principio?
Como le iba comentando…
[Seguimos hablando de muchos otros temas muy interesantes, referidos a la seguridad interna y a los datos estadísticos, pero desafortunadamente el Alferez invoca la ley de seguridad 1/182 y la mayor parte de la entrevista queda censurada. Creo que se sintió aliviado al contarme muchos detalles que desconocía pero que no han podido ser reflejados en este libro al no poder ser contrastados. He prometido no divulgar la información de esa entrevista hasta dentro de 20 años, cuando esto no sea más que un recuerdo en los libros de historia]
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