martes, 24 de marzo de 2009

Esperando el Tren (I)

[ La actividad de la oficina de José María “Chema” Gadea es intensa. Los teléfonos suenan, la gente va de un lado para otro, y el estruendo de los teclados resuena por toda la sala. Una amable secretaria me hace pasar al despacho donde tras un café empieza nuestra amena conversación]

- Como quiere que empecemos, ¿hablando de los trenes? ¿De los SCR? …

No, no – sonríe abiertamente- eso sería empezar la película desde la mitad. Empezamos desde el principio. Veamos - [chema mira al techo, como si estuviese pensando y ordenando mentalmente lo que va a decir] – todo empezó poco después del gran Pánico, ya sabe cuando la gente trató de abandonar las ciudades y los militares empezaron con el repliegue táctico al norte. Yo por aquel entonces era un ciudadano corriente...

Perdona que le interrumpa, pero no es lo que yo he oído…

Bien, vale, muy corriente no era. En realidad me encontraba en libertad condicional. No, no se preocupe no era por nada grave. Mi problema es que nunca tenía dinero y siempre quería un coche mejor que el anterior, y claro la vida me fue enseñando que si querías algo lo tenías que coger. Así que fui afinando mis habilidades y empecé a robar coches, primero los utilizaba para pasar el fin de semana, luego me junté con malas compañías y empecé robando coches por encargo .. hasta que me pillaron. En fin, no se puede tener todo. Creo que me había vuelto descuidado, supongo que la avaricia pudo conmigo [dice con una sonrisa burlona]. El señor juez me condenó muy merecidamente a 3 años de prisión de los que cumplí 5 meses y tres días antes de quedar en libertad condicional.
Poco antes de salir ya se estaban dando los primeros casos, fue meses antes de que la cosa se descojonase totalmente. Entre la gente circulaban rumores y todo el mundo afirmaba haber visto un zeta pero siempre era a través de un amigo de un amigo. Yo no le hacía mucho caso, bastante tenía yo en no volver a caer en el vicio de robar coches.
La primera vez que vi a uno fue un domingo, me acuerdo porque volvía del bar de estar viendo un partido del Madrid que acabó a eso de la medianoche. Estaba ligeramente atocinado por el alcohol y para ser sincero no me di cuenta hasta que tropecé con aquel bicho. “¡Joder Capullo! A ver si miras por donde vas!!” – le grité- Supongo que no me oyó – sonrie al decirlo . Creo que ahí me di cuenta de que todo lo que nos estaban contando era verdad . Me acojoné mucho y salí por patas lo más rapidamente. Al día siguiente estaba cogiendo un autobús con destino a Gijón. Lo divertido fue ver la cara de mi tía al verme ¡otro gorrón más! Debió pensar la pobre mujer.
Y allí en Gijón me quedé durante una temporada. Se sucedieron los hechos, se desató la histeria colectiva, los zetas aparecieron por doquier y todo se fue a la mierda.

¿Fue entonces cuando fue admitido en el SCR?

De nuevo, no querido amigo. Eso pasó más tarde. Como bien recuerda todo el mundo acabó realizando trabajos para la comuniadad. Ya sabe de lo que hablo, las famosas categorías “T”. No le voy a negar que cuando me preguntaron si tenía alguna habilidad especial me callé. Si se enteraban que era un preso lo más seguro es que me hubiesen mandado a patrullar por la zona no segura o algo peor. Tan solo dije que no, que no sabía hacer nada de interes social y/o provecho, ¿queda claro a que categoría fui a parar no? A la misma que otros cuatro millones de personas “sin ninguna habilidad útil para la sociedad”. A mi me destinaron al cultivo de hortalizas. Yo que en mi vida había visto un huerto me encontré plantando nabos, patatas y cualquier otro tipo de verdura, hortaliza o lo que demonios fuese aquello.
La cosa empeoró. Supongo que se acordará del primer año, lo realmente mal que lo pasamos. La hambruna, los casos de histeria colectiva cuando se decía que tal o cual zona segura ya no era tan segura. Las desapariciones misteriosas. La policía militar entrando por las noches en los barracones y llevándose gente a váyase usted a saber donde. El frío húmedo asturiano. Aquello era para pegarse un tiro, y ¡joder! Lo hubiera hecho de haber tenido un arma. Dicen que esa es una de las principales causas por las cuales los americanos tuvieron un índice de suicidios tan alto. Todo el mundo tenía un revolver a mano y si estabas realmente jodido era fácil usarlo. Aquí la única opción que nos quedaba era colgarnos de un árbol, y hasta eso empezaba a estar complicado cuando nos cargamos todos los bosques.
Entonces un día aparecieron los militares en la plantación. Yo estaba en mitad del huerto y los vi llegar a lo lejos. Un sargento se bajó del coche y tras el un par de muchachos uniformados con sus armas preparadas. Todo el mundo les miró y supongo que todo nos cagamos allí mismo. Habíamos oído los rumores acerca del ejercito: que si venían a por ti eras hombre muerto. El sargento preguntó al capataz y cuando este me señaló con el dedo me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Me sujeté a la pala para evitar caerme y traté de guardar la compostura y ¡por dios! ¡si ese hijoputa quería llevarme a prisión se las tendría que ver conmigo! A fin de cuentas aquello era una mierda de vida. Tanto más me daba morir en ese momento que dentro de un mes por malnutrición.
- ¿José María Gadea? – me preguntó el sargento con voz grave y seria. Respondí afirmativamente moviendo lentamente la cabeza – Tengo que informarle que ha sido ascendido de categoría. Usted ya no será más un T-7, siempre y cuando venga con nosotros y renuncie a cualquier reclamación posterior. Una vez que acepte nuestra oferta ya no habrá marcha atrás. – Y añadió con cierto deje burlón – Le ofrezco un billete en primera clase para salir de aquí.
Creo que tarde unos dos segundos en procesar lo que me estaba diciendo y otro más en poder articular palabra. Acepto. Creo que esas fueron mis palabras. El sargento sonrió malignamente y me acompañó al jeep en el que habían venido.
Desde hacía meses no veíamos un coche, la poca gasolina que quedaba era racionada por el ejercito y los coches solo se utilizaban de manera excepcional. Así que cuando el coche arrancó y me fui de allí sintiendo el aire en mi cara , me sentí por primera vez en mucho tiempo libre. Hasta parece una historia bonita. ¡que cabrones fueron! – dice con cierta gracia – si llego a saber donde me metía!

Entonces

Entonces – interrumpe chema mi pregunta – fue cuando me destinaron a los SCR, o como ellos lo llamaban “Servicios de Captación de Recursos”, coloquialmente conocidos en el resto del mundo como los Saqueadores, grupos Plaga, Los Rosas (ya se lo explicaré más adelante, puta burocracia, es lo único que puedo decir), Equipos Alí Babá y en fin, decenas de nombres más. Supongo que cuando se lo explique lo entenderá.

Pero, no lo entiendo bien, le sacaron de un mal trabajo –usted mismo lo ha dicho- y le metieron en una unidad de elite, supongo que debía de estar agradecido con el cambio.

¡Joder! Supongo que la propaganda funcionó bien. En realidad cuando yo llegué los SCR estaban en pañales. La idea de los grupos Plaga surgió de la necesidad. Tantos millones de personas exigían miles de toneladas de recursos para sobrevivir, desde comida, medicinas, utensilios básicos ¿ Se ha parado a pensar que no había ninguna fábrica de bolígrafos en toda la zona libre? Cuando la tinta empezó a escasear el índice de suicidios empezó a crecer ¿lo sabía? Pues ahí lo tiene. Necesitábamos de todo, cualquier cosa que se pudiese recoger de la zona infectada supondría un alivio a la zona libre. La idea era crear grupos entrenados que recogiesen todo el material posible de las zonas infectadas. Sin embargo la idea tenía un gran fallo, y era como iban a poder transportar las cosas si no había gasolina para llevarlas. El plan parecía condenado al fracaso. Se trazaron variantes usando caballos, mulas e incluso alguien habló (o al menos eso me cuentan) de usar a zetas como porteadores, hasta que finalmente un miembro del consejo, un vasco que sobresalía por dar ideas simples y funcionales, dio con la solución perfecta. Usar el tren.
La gente del consejo le miró con cara de asombro. A nadie se le había ocurrido. Y fue cuando se pusieron a diseñar los equipos SCR.
- Como en el que usted estaba ¿no?

No exactamente. El primer tren que salió de Oviedo estaba cargado hasta arriba de soldados. Los vagones se reforzaron y aunque era una expedición de saqueo apenas había un par de vagones de carga. Realmente no sabían que se iban a encontrar y por ello había pocos voluntarios dispuestos a jugarse el tipo más allá de los Picos de Europa.

- ¿Y les fue bien? Porque no he encontrado nada sobre aquella misión…

¡Aquello fue un desastre! – desde el punto de vista económico -. Se gastaron decenas de toneladas en recursos y apenas obtuvieron unas pocas. Supongo que eso pasa cuando pones a los policías a robar, puede que hayan tratado mucho con el crimen, pero eso no les convierte en criminales.
Su principal problema fue que no había suficientes soldaditos para hacer todo el trabajo. Y que no todos sabían lo que tenían que hacer. Su principal problema es que se encontraron con que muchos de los sitios a los que iban estaban ya desvalijados, y los que no estaban saqueados estaban cerrados a cal y canto. Solo unos pocos pueblos de la ruta que siguieron estaban deshabitados (bueno en este caso habitados por zetas). Y cuando se dio el caso de empezar el saqueo se dieron cuenta de que no estaban nada preparados. Su principal problema fue que se solían parar a kilómetros del pueblo, al menos esa era su táctica, luego despejaron el terreno de zetas y cuando quisieron darse cuenta tenían unas cuantas toneladas de material pero no tenían como llevarlas. Creo que de ahí les viene el mote de Ali Babá y los 40 ladrones. Seguro que ver a medio centenar de soldados cargando material en sabanas era motivo de risa!
Y pese que aquello fue un desastre, se vio que había potencial en ello.
El consejo le pidió de nuevo consejo a Iñaki, el mismo vasco grandote que había sugerido la idea de utilizar un tren para moverse. Y tras presentarle el informe de la misión y tras unos cuantos: uhmmm, ahmmm, ya veo ya veo, pidió permiso para reformar aquello.
Y de esa reforma salieron los equipos SCR.
Básicamente un equipo SCR estaba asignado a un convoy y raros fueron los casos en los que los equipos cambiaban de tren. Supongo que se creo una especie de cariño entre los hombres y aquellos trenes. Esencialmente un equipo estaba compuesto por unos 50 miembros del ejercito, 35 de ellos hombres experimentados y normalmente 15 reclutas. Y el doble de personal no militar. ¿adivina cual iba a ser nuestro cometido? ¡el de porteadores! – exclama Chema soltando una sonora carcajada
De nuevo la idea de Iñaki fue sencilla, fue dando soluciones sencillas a los problemas complicados. Lo primero era disponer de una fuerza experimentada de soldados que despejasen la zona. Lo segundo era disponer de una fuerza no de combate que se dedicase a limpiar un sitio de todo aquello que pudiese ser aprovechado. Para ello este contingente debía de disponer de todos los medios necesarios para trasladar las mercancías al tren de la forma más rápida posible. Poco a poco el equipo fue tomando cuerpo. Los hombres se fueron agrupando en escuadras, y cada escuadra tenía un propósito específico: encontrar combustible, medicinas, comida, materiales de primera necesidad, etc.… El tren se fue ampliando, se añadieron vagones de carga, vagones cisterna, y el ultimo vagón era un vagón de transporte de vehículos, en el que siempre había un vehículo cisterna y por lo menos dos camiones medianos o cuatro furgonetas de carga.
Los civiles no podían portar armas de fuego, tal vez ante el temor de que se pudiesen hacer con el tren y escaparse, cosa que nunca ocurrió. Aunque había un vació legal donde no se especificaba si podía ir armado con cualquier otro tipo de arma. ¿Sabe que todos llevábamos algún tipo de arma contundente? Yo en particular me agencié un hachuela en mi segunda salida y hasta hoy sigue conmigo, ¡supongo que me ha dado buena suerte! No era raro que nos encontrásemos con algún pútrido mientras trabajábamos y no siempre estaban los grises para defendernos [nota del autor: hace referencia a los miembros del ejercito, que por aquel entonces ya vestían el mono gris que les ha hecho tan característicos]

No hay comentarios:

Publicar un comentario