miércoles, 11 de marzo de 2009

Los Caballeros de Urquiza

 

[Estoy en Valmala, sede del Museo de la Orden Militar de Urquiza. El palafrenero mayor de la orden me espera para enseñarme el museo de la orden. Aureliano Montes, es un personaje carismático, lleva un lujoso tabardo blanco con una gran cruz roja bordada, al estilo de los antiguos caballeros medievales. Bajo el tabardo se puede ver una cota de malla, al cinto cuelga una espada, sin ningun ornamento especial, y una maza de combate: por un lado es un martillo y por el otro un pico. Su voz es profunda, grave y autoritaria.]

 

- ¿Le sorprende verme así, como un caballero medieval? Pues no se sorprenda, encontrará a muchos por la zona vestidos de la misma forma. Ahora ya no hay tantos, pero en otra época [lo dice con añoranza, como si hubiesen pasado décadas] éramos más de 2000. Se lo diré de forma clara: nos jodieron, si como oye, nos jodieron todos: los políticos, el ejercito, la junta provisional militar… todos nos dijeron que aguantásemos en nuestra zona. Nos dijeron que los zetas tardarían meses en llegar a las montañas, si es que llegaban alguna vez. Y claro nosotros les creímos ¿Por qué no ibamos a creerles? A fin de cuentas nos sentíamos seguros en nuestros valles. Teníamos agua, las cosechas se habían recogido y los bosques nos proporcionarían la suficiente madera como para mantenernos en calor durante varios inviernos. Se supone que la junta militar nos ayudaría con armas y municiones, y sabe que es lo que recibimos ¡nada! Durante meses tuvimos que hacer frente, primero a algun zombie aislado, pero luego los grupos de zetas se fueron haciendo más numerosos. Nos vimos obligados a construir la muralla a lo largo del valle para evitar que pasasen, y le aseguro que aquello fue duro. Y es cuando empezamos pasarlo un poco mal. Por esta zona  abundaban las escopetas de caza, pero claro, la munición empezó a escasear y nos vimos obligados a utilizar métodos más primitivos para cargarnos a los grupos de zombies. Al principio usabamos bates de béisbol, azadones, hachas, y todo lo que pudiese acabar con un zeta de un solo golpe de forma rápida. Y aquello no se lo voy a negar se nos daba estupendamente. Pronto empezamos a refinar nuestras armas y gracias a la ayuda de varios artesanos empezamos a portar espadas, algunos muchachos empezaron a llevar escudos y poco después no había grupo que no estuviese equipado con ellos. De ahí pasamos a protegernos con armaduras, al principio llevabamos ropas gruesas: cazadoras de cuero, guantes, cascos de motorista, etc.. pero poco a poco y gracias a algunos libros empezamos a desarrollar nuestras propias armaduras usando todo aquello que teníamos a mano, y luego encontramos una forma de hacer armaduras de mallas de una forma rápida. Y así surgió el espíritu de Urquiza, aquellos grupos de hombres (y mujeres! Que más de una combate con más fiereza que cinco hombres) fueron creando un espíritu de corps hasta que el gran maestre Rodrigo Sanchez fundo a orillas del lago Urquiza la sagrada Orden de Urquiza. Los caballeros de la orden hemos hecho voto de luchar hasta la muerte contra los pútridos y a seguir las reglas de la orden.

Ahora que la reconquista casi ha terminado la Orden esta en una situación un tanto precaria, el ejercito ha pedido que nos desmovilicemos o que nos unamos a la estructura del ejercito. Ninguna de las dos ideas nos entusiasma, así que lo más seguro es que aceptemos la oferta de las Naciones Libres [la organización que sustituyó a la ONU] para liberar algunas zonas de Asia o Africa de los Zetas.

Puede que nuestra forma de luchar contra ellos sea anacrónica, pero ahí están los resultados, decenas de miles de zetas han caído bajo el filo de nuestras espadas y muchos más caerán!

 

[Pocos meses después de esta entrevista, la orden de Urquiza en pleno aceptó el ofrecimiento de las Naciones Libres y partió hacia Egipto. En la actualidad comparten junto a tropas israelíes la tarea de despejar los márgenes del Nilo de Zetas. Lo ultimo que supe de ellos es que estaban llevando a cabo su labor con gran efectividad, ganándose los elogios del todopoderoso ejercito israelí]

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