miércoles, 4 de noviembre de 2009

Castillos Urbanos y Fortalezas Rurales - I

Castillos Urbanos y Fortalezas Rurales - I

El Museo Nacional, acoge la aclamada exposición “Castillos Urbanos, Fortalezas Rurales”. El comisario de la exposición es César Díez, antiguo miembro de la Junta Militar de Castilla. Tras pasar a la reserva por la desmovilización de las tropas, este militar ha pasado varios años recopilando información sobre cómo sobrevivieron las comunidades que se encontraban fuera de la zona segura. César me presenta a Constantino Sanchez, uno de aquellos héroes que sobrevivieron en un pueblo de Castilla y León. Constantino roza la cincuentena y César le define como un hombre de campo, inteligente y sobre todo práctico. Tras las presentaciones Constantino, con un forma de hablar muy peculiar de la gente rural empieza a contarnos su historia.

Yo vivía en un pueblecito remoto de Castilla León, en la zona de Ávila, cerca de la sierra . No tendría el pueblo más de 1500 habitantes y la comarca tampoco es que estuviese mucho más poblada. Desde allí todos aquellos líos que se veían en la tele nos parecían muy lejanos, de hecho todo nos parecía bastante ajeno y pocos en el pueblo le dieron importancia al asunto. ¿Sabe cuando empecé a tener constancia de que algo gordo estaba pasando? Cuando el hijo de mi vecina apareció con toda su familia en su flamante todo-terreno. Usualmente doña Casimira se quejaba de que su hijo ya no venía casi nunca a verle, apenas una vez al año coincidiendo con el cumpleaños de ella. Ver a su hijo aquí fue un mal síntoma, porque no fue el primero y no iba a ser el último. A lo largo de varios días fueron llegando al pueblo gente de la capital trayendo todas sus cosas y escapando de los problemas de la gran ciudad. En aquellos días yo ya había hablado con Alfonso, el jefe del puesto de la Guardia Civil y con Celestino, el señor alcalde. Entre los tres empezamos a fijar una serie de medidas “por si acaso” pasaba algo más gordo, ya sabe, hablamos con los agricultores de la zona para que no vendiesen su cosecha de cereal, empezamos a llenar los depósitos municipales de agua, arreglamos los generadores municipales, y algunas otras medidas que fueron muy útiles más adelante. Alforjes se fue preparando poco a poco para algo, no sabíamos para qué exactamente pero el ambiente, y lo que veíamos por la tele anunciaban algo malo.
Luego vino el gran estallido, supongo que lo recuerda, la crisis institucional, la destrucción de los túneles, el aislamiento en la meseta y finalmente llegaron ellos. Los primeros en verlos fueron los de Fuensanta, un pequeño pueblo cercano al nuestro, a apenas 3 kilometros del nuestro. Supongo que verlos fue más impactante que otra cosa, habíamos oído hablar de ellos, ¡demonios! Llevábamos casi un mes viéndolos en las noticias pero hasta que no los vimos a nuestras puertas no supimos reaccionar. Los vecinos de Fuensanta acabaron con aquellos primeros zetas que vinieron, pero en Alforjes sabíamos que aquellos no eran sino la punta del iceberg. En una apurada reunión de vecinos donde apenas podíamos saber de lo que hablaba el compañero que teníamos a lado del jaleo que había montado decidimos construir una rudimentaria muralla. No se de quien fue la idea, creo que del “negro”, o puede que fuese “seisdedos”, el caso es que aquella simple pero eficaz idea fue aceptada y puesta en práctica al día siguiente.
¿alguna vez se ha planteado hacer una muralla entorno a una ciudad? ¿sabe la cantidad de recursos humanos y materiales que hacen falta para ello? Pues nosotros lo aprendimos en pocos días. Junto con el comandante de la guardia civil realizamos un pequeño plano que iba a sufrir constantes cambios a lo largo del tiempo. Dividimos el trabajo en tres sectores y pusimos al mando de ellas a una persona con las capacidades de mando, inteligencia y sentido práctico necesarias para llevar a cabo el proyecto. ¿y sabe que salió de aquello? La muralla más chapucera de la historia… aunque efectiva. Y sí, le digo que fue efectiva porque no sabe como elevó la moral el concepto de poder dormir seguro tras unos muros, aunque bueno lo que se dice muros … no se le podría considerar muros propiamente dicho. Verá el principal problema en la construcción de una muralla es que necesitas materiales y mano de obra que sepa lo que hace, y no teníamos ni lo uno ni lo otro. El pueblo, como muchos otros de castilla estaba habitado por gente ya mayor, y aquellos que habían venido refugiándose tenían la juventud pero no tenían ni las ganas ni sabían como hacer las cosas. Cada uno de los sectores fue construido utilizando el material que había disponible en cada caso. Aunque hay un denominador común y fue el empleo de coches viejos como una parte de la muralla. Mucha gente protestó pero cuando entendieron que no podrían volver a utilizar su coche porque sencillamente no había gasolina el enfado disminuyó. Luego empezamos a realizar un parapeto poniendo todo aquello inservible entorno a los coches. Es impresionante la de cosas que salieron de las casas, neveras antiguas, muebles viejos, sillas, mesas de granito, chatarra, aperos de labranza que llevaban decenas de años sin usarse, que por cierto, luego tuvimos que rescatar para poder volver a cultivar los campos. No hubo casa del pueblo que no diese algo o que no fuese saqueada para proveer a los constructores de material necesario. En algunas partes aprovechamos las cercas de piedra existentes reforzándolas y aumentando su tamaño hasta los tres metros, y si nos lo pregunta, sí, si que se nos cayó más de un tramo de muralla por estar mal construida. Una calle de Alforjes se quedó sin balcones, todos los hierros fueron utilizados para reforzar el perímetro. Trabajamos durante 26 días sin descanso. Por aquel entonces ellos ya habían llegado a Alforjes pero lo hacían en pequeñas partidas de no más de diez o quince. Las cosas se empezaron a poner complicadas a partir del decimo octavo día, cuando empezamos a verlos llegar a través de los campos. Hasta entonces todos habían ido llegando por la carretera que nos unía con la capital de la provincia, pero ahora estaban llegando campo a través. Y nuestra pequeña muralla empezó a cumplir su cometido. Hacía el vigésimo día las cosas empezaron a ponerse más feas aún. Los vecinos de Fuensanta estaban rodeados y nos pedían ayuda desesperadamente. Bastantes habitantes permanecían aún en aquel pequeño pueblito y se habían negado a abandonarlo. Durante tres días no paramos de oír disparos de fusilería, luego los sonidos fueron apagándose hasta que ya no pudimos contactar con nadie. Para el día 23 la muralla estaba casi terminada pero en muchos aspectos era francamente mejorable, hasta que finalmente y con los zetas a las puertas terminamos la ultima sección. Para nosotros fue un gran triunfo. Al igual que para ellos, ahora nos tenían a todos en un solo sitio, para ellos solo era cuestión de tiempo, para nosotros también.
¿ha estado alguna vez en un asedio? ¿no? Lo suponía. Es difícil describir la sensación de encontrarte encerrado en un área, viviendo permanentemente en tensión, atendiendo a los problemas diarios y buscándoles soluciones a cada cual más ingeniosa, comprobando día a día como los recursos van disminuyendo poco a poco. Descubrir como los artículos más básicos van desapareciendo: el champú, la crema de afeitar, el papel higienico, etc… Cada día salía a la muralla y comprobaba como estaba el asunto, día a día el mundo se me venía encima, porque el número de aquellos cabrones no dejaban de aumentar y el nuestro gota a gota no dejaba de disminuir. Nuestro pueblo no tenía médico fijo, cada día venía un galeno desde XXX, y pasaba consulta. Teníamos eso sí una farmacia que era el punto referente de toda la comarca. A dios gracias, uno de los repatriados era un prestigioso cirujano plástico en Madrid. ¡de poco le sirvió su especialidad en nuestro pequeño pueblo!, pero al menos teníamos a un médico.
Con el paso de las semanas, nuestra posición fue debilitándose poco a poco, las personas mayores no fueron los que peor lo pasaron, en sus años jóvenes ya habían sufrido bastante carestía y estaban más acostumbrados, los que peor lo llevaron fueron los chicos de la ciudad, acostumbrados a su fácil estilo de vida, aquello les debió parecer el peor infierno que existía.
Nuestra muralla aguantó, pero nuestra moral no. Algunos no aguantaron aquello. Y no se lo voy a negar, entiendo porque se rindieron. No teníamos muchas esperanzas, no sabíamos muy bien cual era el siguiente paso que teníamos que dar. Por la radio oíamos los detalles de la zona segura y algunos sugerían abrirnos paso hasta allí, lo cual sonaba bien ¿pero con qué nos íbamos a abrir paso? ¿con unas pocas escopetas y fusiles de caza? ¿Cómo conseguiríamos llegar a una zona a más de 400km por la autopista, vete tu a saber cuánto por carreteras secundarias..? Hubo algunos que dijeron que lo intentarían y por supuesto no volvimos a saber de ellos, otros simplemente se arrojaron desde las murallas. Lo que más me impactó fue la familia de doña Casimira mi vecina, antes le he hablado de ella. Casimira había muerto hacía pocos días y su hijo se encontraba sumido en una terrible desesperación, al igual que su mujer. Aquellos chicos de ciudad poseían todos los lujos inimaginables en su precioso chalet de Madrid, allí eran gente importante, aquí eran uno más. Supongo que verse degradados de esa forma. Descubrir que todo aquello por lo que habían luchado ya no existía y que sus funciones en esta nueva vida eran las que llevaban a cabo los criados de su antigua vida fueron demasiado para ellos. Una mañana al no recibir respuesta entramos en su casa y descubrimos que habían asfixiado a sus hijos y que luego se habían suicidado ahorcándose. Lo peor de todo es que no fueron los únicos, en dos meses tuvimos tres casos parecidos, todos ellos chicos de ciudad.
Luego llegó el invierno y lo que pensábamos que iba a ser nuestra perdición se reveló como nuestra salvación. Fue el invierno más frío en 50 años. Parece ser, que la causa la tuvieron las decenas de bombas nucleares que utilizaron los chinos, los indios, los pakistaníes y los iraníes en su particular forma de erradicar el problema. Con tanto cambio en la atmosfera crearon un invierno nuclear que de forma imprevisible salvó a gran parte de la humanidad. Al menos así me lo han contado [Aunque visto de una manera muy simple, el señor Sanchez ha hecho un esbozo rápido de lo que pasó en otras partes del mundo. Hubo muchos otros factores que influyeron en el clima a parte de este]. El invierno fue frío, lo suficientemente frío para darnos cuenta de que muchas de esas cosas se quedaban paralizadas por las temperaturas. Aquello fue un alivio momentáneo para nosotros.

Supongo que eso fue lo que nos salvó. [Aquí la voz de Constantino se rompe, y sus ojos se llenan de lágrimas, que enjuaga con la manga de su camisa] Perdonen que me emocione pero fueron tiempos muy duros – dice el aguerrido campesino, para luego continuar su historia. Aprovechamos el invierno para reaprovisionarnos y mejorar nuestras muralla. Y el invierno dio paso a la primavera, y la primavera al verano, y así durante dos años. A partir del segundo invierno la cantidad de aquellos seres fue disminuyendo, ya no fueron tantos como al principio, parecía como si se hubiesen olvidad de nosotros. Creo que sobrevivimos al igual que muchos otros pueblos porque estábamos lejos, lejos de cualquier zona habitada y porque supimos que teníamos que hacer.

sábado, 31 de octubre de 2009

Radio Libertad - Emitiendo sueños

[El pequeño estudio de radio donde me encuentro pertenece a Radio Libertad – 3, comúnmente llamada Radio 3. Pedro Arconada nos recibe con una amplia sonrisa y sobre todo con un generoso apretón de manos. A medida que nos vamos presentando no puedo evitar quedarme sorprendido ya que al igual que para muchos, Pedro no tenía rostro, solo voz. Es lo que tienen las ondas que cada uno se imagina al locutor de una forma u otra. Pedro, resulta ser todo lo contrario a lo que yo tenía en mente. En tono distendido y divertido comienza la entrevista]

-Así que usted es Pedro Arconada, el famoso locutor –
- Bueno, sí, al menos eso dice mi madre – dice sonriendo
- ¿Cómo fue esto? Quiero decir, ¿Cómo llegaste aquí, a la radio? Antes del estallido habías trabajado en la radio haciendo colaboraciones, e incluso creo que tenías un programa los sábados por la mañana en una pequeña emisora castellana ¿Cómo se llega de ser un casi desconocido que hablaba en Radio Palencia a ser la voz más famosa de la radio?
- ¿la más famosa? Jo! Vaya! Si mi madre te oyese lo contenta que se habría puesto. ¡si yo no soy importante – dice con gran modestia – los importantes son los chicos que estuvieron ahí fuera soportando toda esa mierda, yo solo me dedicaba a hacerles pasar el rato durante unas cuantas horas al día.
- No peque de modesto, su programa ha sido un hito en la historia de la radio
- Si, bueno, es que, sabe, creo que no quedaban muchos locutores vivos por aquel entonces. Veamos, veamos, veamos…yo estaba en Palencia cuando empezó todo este lío, y aunque no lo crea yo era uno de esos que pensaba que todo esto era una tontería y que no había que hacerle mucho caso, hasta el día que vi a mi vecino coger a su mujer y a sus hijos y largarse a toda velocidad hacia el norte. Yo era de esos optimistas que pensaba que llegaría una cura milagrosa o que los americanos vendrían a socorrernos o que el ejercito podría hacerse cargo de la situación ¡menudo tonto!. Cuando la situación se fue definitivamente al carajo y vi al Rey con la cúpula del estado mayor en la tele dirigiéndose a la población fue cuando me di cuenta de que la cosa iba mal. Así que hice las maletas y con unos amigos me dirigí a Avilés. Nos costó diecisiete días llegar, y no llegamos todos. Perdimos el coche, las maletas, fuimos atracados, desvalijados y abandonados a nuestra suerte hasta que finalmente conseguimos llegar a Salas (Asturias) donde fuimos reubicados por el ejército y recibimos nuestra T-7 como el resto de los mortales. Supongo que al igual que muchos el cambio de una vida civil sin problemas a vivir en una especie de campo de trabajo penal fue bastante duro. Sin embargo, lo que puedo decir es que aprendí mucho de mí mismo y del resto de la gente. Todos los días veía lo mejor y lo peor del género humano: recuerdo como un grupo de chavales, que no tendrían más de 17 años compartían parte de su ración con una abuela que evidentemente no pasaría de aquel invierno. También vi lo peor, antiguos ejecutivos abusando de antiguos empleados, robándole los zapatos a alguien que estaba dormido, en fin, lo peor. Pero sobre todo encontré solidaridad entre la gente. Si uno estaba jodido por algo, siempre había alguien que te podía hechar una mano, no sabías quien era pero muchas veces había alguien que te ayudaba desinteresadamente. Aprendí mucho!
No recuerdo cuanto tiempo pasé en el campamento para refugiados de Salas, creo que fueron 4 meses, pero para mí fueron cuatro años, y cuando digo que la vida me enseñó más en cuatro meses que en cuatro años no miento.
Entonces apareció un día la guardia civil. Venían en caballos, con su capote, su tricornio y su fusil a la espalda, si no supiese que estabamos en el siglo XXI, diría que aquellos dos tipos parecían sacados de una estampa de la guerra civil española.
Me sacaron del campo bastante rápido, me hicieron unas preguntas de rutina para comprobar donde había trabajado y me llevaron a Avilés. Una semana más tarde era uno de los locutores de Radio Libertad 3 – R3.
Desconozco quien me encontró entre las listas Ts, supongo que vieron “locutor de radio” y me pusieron a restransmitir noticias durante todo el día. Eramos un equipo de 6 personas que ibamos radiando continuamente noticias sobre diversas poblaciones, consejos, información meterológica, avistamientos, etcc… El grupo era fantástico, Carlos San Juan, Alberto ferreira, Luis costilla, a todos los conoce ¿no? Cada uno fue imprimiendo su particular estilo a su sección y bueno, el resto es historia....
En aquel entonces cada uno de ellos llevaba un programa que trataban de un tema u otro. Carlos era un agricultor de Ponferrada que daba útiles consejos de agricultura. Alberto era un ingeniero que daba soluciones sencillas para reparar objetos o para crear cualquier cachibache con lo que se tenía a mano. Luis era un sargento de la legión ya entrado en años que había estado en todos los conflictos armados del ultimo siglo y que daba estupendos consejos sobre supervivencia.

- Cuéntenos cual era guión el programa.

- ¡Ja! – dice con una gran sonrisa - ¡si no teníamos guión! – dice riendose- Bueno sí, si que lo teníamos pero bueno, al final siempre nos íbamos de madre. Se supone que teníamos que informar de avistamientos zombies en las zonas ocupadas ¡pero aquello era una chorrada! ¡si había zetas por todas partes! – nos lo tomábamos bastante a cachondeo, y supongo que el programa no hubiera sido el mismo sin mis colaboradoras: Susana y Andrea, esas si que eran unas cracks de la radio. Al principio empezamos dando los consejos que nos daba el ministerio de información, pero luego fuimos metiendo poco a poco nuestras cositas ¿recuerda cuando dijimos como montar un alambique casero para destilar aguardiente? ¡recibimos cientos de cartas, llamadas para que volviésemos a repetir como se hacía! Chico, aquello si que le sentó bien a la gente, por todas partes empezaron a surgir alambiques caseros. Reconozco que soy culpable de parte del alcoholismo de este país, pero chico, en algo teníamos que entretenernos. Luego empezamos a radiar como jugar a diversos juegos de cartas: Poker, chinchón, mus, tute… y sobre todo enseñamos a la gente ha hacer sus propias barajas. En este país, otra cosa no pero amor hacia los naipes siempre nos ha sobrado. Le parecerá estúpido que enseñásemos a jugar a las cartas por la radio pero es que no todo el mundo sabía jugar al bridge, ni al tute, y si estas encerrado con 300 personas en un pueblo perdido, cualquier tipo de distracción es buena.
La cosa se fue animando y desde el ministerio nos fueron dando más recursos, les dijimos a la gente como hacer sus propios juegos con los materiales que tenían a mano y poco a poco nuestra patria se fue llenando de gente jugando a los juegos clásicos.
Aunque parezca idiota, cuando uno se queda sin luz, sin electricidad, sin poder jugar al ordenador, a la consola, sin poder ver la tele, uno se desespera, pero si le das la opción de pasárselo bien con cualquier otra cosa entonces se meterá de lleno en ello.
A los de estadística [se refiere al Ministerio de Información] les encantan los números. Según me dicen el índice de suicidios fue bajando progresivamente a medida que el programa iba ganando en audiencia. ¡Oye! Si gracias a las tonterías que decíamos hubo uno que decidió no rendirse es que entonces el programa sirvió para algo.

[Pedro se vuelve a poner los cascos. La entrevista ha terminado y el tiene que volver a su programa radiofónico. La luz roja se enciende y se despide con la mano]

jueves, 22 de octubre de 2009

"Morning Star" - ¿héroes o villanos?

[Estamos en una pequeña habitación de un hotel que ha visto días mejores. El antiguo mobiliario posiblemente de antes de la guerra, así como una colcha de encaje con algunos rotos dan muestra de la baja categoría del hotel. Diana, la llamaremos así por motivos de seguridad, fuma nerviosamente un Ducados mientras mira por la ventana. Aunque pasa de la treintena su aspecto la hace mucho mayor. Esta evidentemente nerviosa y quiere contarme algo importante. Dejo que se relaje y finalmente, tras encenderse otro cigarrillo y darle un par de rápidas caladas empieza a hablar].

- ¿Lo ha visto? – dice señalando un cuadro en el pared
- ¿Cuál? ¿ el del “Morning Star”? – digo señalando al cuadro.
- Supongo que conocerá su historia, la oficial estoy seguro de que sí, pero supongo que no sabrá nada sobre las 237 personas que desaparecieron en los intercambios con los estados libres del Mar del Norte. ¿No? No me extrañaba, tal vez por eso estemos hoy aquí para denunciar el espantoso crimen que se cometió a nuestras espaldas y que hemos jaleado como un hecho notable lo que no es más que una de las mayores infamias de nuestra reciente historia. [Diana, subraya enfáticamente la última frase]
Como sabes el Morning Star fue el primer barco que realizó una operación comercial tras la gran epidemia. En aquellos días los únicos barcos que surcaban las aguas pertenecía o bien a la marina o bien era barcos llenos de refugiados que se dedicaban a la piratería. De todos es bien conocida la historia sobre los cañones navales apostados en las costas gallegas y como Bermeo, Luanca o Muros, donde gracias a la constante vigilancia y a las acciones de la artillería de costa pudimos detener a las bandas de piratas que se dedicaban a asaltar las costas. Pero aquellas incursiones tuvieron un coste para nuestra marina y es que cada vez que teníamos que salir a protegernos íbamos gastando un poco más de aquel preciado combustible del que disponíamos tan poco. Menos mal que las acciones de los piratas estaban tan descoordinados y eran tan chapuceras que nos enterábamos prácticamente al instante de donde y cuando iban a atacar lo que permitía que nos moviésemos rápidamente para afrontar la situación. Créame, aquello era más un quebradero de cabeza logístico que otra cosa y se lo digo yo porque me encargaba de esos temas.
Así iba la cosa nosotros moviéndonos de un lado para otro taponando brechas, disuadiendo a los grandes barcos cargados de refugiados para que siguiesen su camino, hundiendo barcos fantasma, ya sabe esos en los que había habido un brote y que permanecían a la deriva con todo el peligro que representaban y escoltando a nuestra flota pesquera para pudiesen faenar sin grandes problemas.
Y en esta situación apareció el “Morning Star”, un petrolero de 165.000 toneladas de tipo SuezMax. Cuando le vieron aparecer pensaron que era otro barco de refugiados pero cuando se identificó como miembro de las naciones libres del Mar de Norte el capitán de la fragata “Navarra” no supo a que atenerse, ya que desconocía que hacer exactamente. Y más aún cuando indicó que se trataba de una expedición diplomática con fines comerciales. El “Morning Star” avanzó hasta quedarse a una distancia prudencial y aceptó ser abordado por una delegación de la marina, afirmó que sus intenciones eran pacíficas y que tenían algo para comerciar: Petróleo. Imagínese el revuelo que se montó entre los miembros de los SCR (Servicios de Captación de Recursos) cuando se enteran de aquello. Un petrolero cargado con 175.000 toneladas de fuel dispuesto a negociar. Evidentemente no se lo pensaron dos veces y tras someter al buque a una inspección por si había algún tipo de peligro biológico, permitimos al barco pasar hasta el puerto de Coruña. ¿Y porque no nos limitamos a asaltar el barco y coger la suculenta carga? Al parecer el capitán del barco poseía un dispositivo explosivo que detonaría en caso de asalto. No eran tontos aquellos tipos. El capitán nos explicó que Naciones libres del Mar del Norte estaban formadas por grupos de expatriados de diversos países y cuyo centro de operaciones estaba en la plataforma North Cormoran agrupando a la mayor parte de las plataformas del mar del norte y según ellos con una base en las islas Shetlands. Realmente no sabíamos que pensar, no teníamos noticias desde Radio Libertad de que hubiese un nuevo estado pero a fin de cuentas Radio Libertad no era perfecta y en muchos casos su información estaba desfasada.
El capitán Snefelsson demostró ser un duro negociante. Tenía la sartén por el mango y aquello que ofrecía era de vital importancia para todos nosotros. Su “lista de la compra” era larga pero esencialmente lo que más demandaba era comida, plantas potabilizadoras de agua, y otro tipo de material que a nosotros nos parecía de clase 3 (sin utilidad por el momento, lujo inadecuado). Yo no llevé las negociaciones, simplemente me dieron una lista de artículos y un tiempo determinado para que fuesen embarcados en el Morning Star. Cosa que cumplí en el tiempo determinado. El trato se llevó a cabo y a partir de ese momento se inició una prolífica relación comercial con aquel “país” de nueva creación. La llegada del “Morning Star” está recogida en todos los libros de historia como el primer acto de comercio llevado a cabo con otra nación. Para muchos T-7 supuso un alivio puesto que ya no todos los trabajos tendrían que ser realizados de forma manual sino que se podrían empezar a utilizar la maquinaria industrial. Y no fue ni el primero ni el último intercambio comercial con ellos. Luego vendrían el “Rose of the North”, “Aldebaran V” , “Sirius”, “Vernon”, etc… Finalmente la liga de Naciones libres del mar fue disuelta cuando las cosas empezaron a mejorar. Incluso hoy en día se siguen organizando homenajes a aquellos resueltos hombres que trabajaron noche y día bombeando petróleo en mitad del mar del norte.
Hasta aquí la historia que todo el mundo sabe ¿le ha sonado bien? Pues espere a conocer la verdad. Todo lo que le he contado es la historia que ellos nos han querido contar porque a fin de cuentas todo lo que pasó con el Morning Star y con aquellos tipejos de la liga del Norte no fue más que un montón de mierda. ¿Cómo es posible que aquellos tipos hubiesen sobrevivido en uno de los mares más transitados del mundo? ¿de donde coño habían sacado los recursos para seguir trabajando y sobreviviendo durante un año? ¿Porqué estaban tan bien organizados? ¿Qué había detrás de todo aquello? He tardado en recopilar la información, casi tres años pero al final todo saldrá a la luz. La mentira será revelada y podremos exponer que la Liga del Norte no era más que una banda de piratas dedicados al saqueo, destrucción y asesinato.
Supongo que todo empezó con unos cuantos tipos listos en las plataformas. Lo suficientemente listos para saber que tenían la base de operaciones perfecta. Alejadas de la costa, con un suministro continuo de electricidad, y con un excedente de petróleo por el cual cualquier gobierno haría cualquier cosa. Y cuando digo cualquier cosa me refiero a cualquier cosa. Ya entenderá el porqué. Durante un tiempo se dedicaron a engañar a pequeñas embarcaciones con la promesa de suministrarles crudo, cuando consiguieron una pequeña flota se dedicaron a saquear las costas bañadas por el Mar del Norte. Por si la gente no tenía bastante con el problema de los zombies, muchas poblaciones costeras tuvieron que hacer frente a las graves incursiones realizadas por estos despreciables seres. Nadie podía suponer que eran un grupo organizado con una base establecida en aquella inocente organización llamada Liga del Norte. Por una parte se presentaban como salvadores y por otra saqueaban a los indefensos pueblos.
Sin embargo, el saqueo tenía sus riesgos y tras varios fracasos, algunos muy sonados, evidentemente supusieron el fin de las actividades ilícitas de la Liga.

A partir de este momento la Liga se dio cuenta de que su trabajo de saqueo sería cada vez más difícil y paulatinamente fue dejando este negocio a favor de otro más lucrativo: la venta de crudo. La liga entendió que podían conseguir lo mismo comerciando con el oro negro que atacando indiscriminadamente, así que empezó una tarea lenta pero metódica. Primero capturó varios petroleros, mercantes y otros barcos que le pudiesen ser de utilidad. Y luego empezó a contactar uno a uno con cada uno de los diferentes gobiernos ofreciendo su producto. Evidentemente no había gobierno que se resistiese a semejante oferta y cualquier estado estaba dispuesto a dar lo que fuese por el oro negro.
¿recuerda que hace poco se descubrió en Kappeln (Dinamarca) parte de la pinacoteca de la National Gallery? ¿ha oído las estúpidas explicaciones que ha dado el gobierno británico? Según mis fuentes la liga fue tan audaz como para pedir tres docenas de cuadros al gobierno británico. Supongo que para ellos era un buen trato, unos cuadros sin ningún valor técnico por miles de toneladas de crudo.
Es aquí donde lo que yo sé me puede llevar al otro barrio. Durante los procesos de negociación la Liga del Norte impuso una serie de cláusulas secretas solo visibles para las más altas jerarquías. Aunque aún no he tenido acceso directo a ellas, si que me he podido entrevistar con al menos tres miembros del alto mando que vieron aquellas cláusulas. ¿Y sabe que querían aquellos mal nacidos? ¡mujeres! ¡nuestro gobierno cambió la vida de 237 mujeres por todos aquellos cargamentos de crudo. Dos centenares de mujeres dieron su vida por mantenernos con vida y todas ellas fueron raptadas y encadenadas primero a una de las bodegas del “Morning Star” y luego a los diversos barcos que fueron atracando más tarde.
237 mujeres que supongo que serían sometidas a las más crueles vejaciones por parte de aquellos piratas. 237 personas enviadas a un destino peor que la muerte. 237 mujeres engañadas, traicionadas por su propio país. 237 madres, hermanas, hijas que desaparecieron de nuestras vidas a hurtadillas, sin hacer ruido, sacadas de los campamentos Ts por la noche y enviadas a un prostíbulo a una plataforma petrolífera en el Mar del Norte. ¿no cree que esas mujeres merecen que se cuente lo ocurrido? ¿Tendremos que callarnos o podré decirle al mundo que nuestro gobierno se dedicó al esclavismo más atroz? ¿Caerá en el olvido la memoria de esas 237 mujeres?

[Diana nunca pudo contar su historia. Días más tarde fue encontrada muerta en la bañera de su casa. Según todos los indicios fue un suicidio. Sin embargo el caso presenta muchas dudas para todos aquellos que la conocíamos. A día de hoy no se ha podido encontrar ninguna prueba que corrobore las afirmaciones de Diana. En su casa no se encontró ningún tipo de documento relativo a este caso. Lo unico que se pudo constatar es que faltaba el ordenador de Diana. Saquen ustedes sus propias conclusiones.]

jueves, 2 de abril de 2009

!Teruel existe!...¡ Y Resiste !

- ¡Teruel existe.. y Resiste!
Aquí Radio Libertad en el 106.3 ,informando desde la ciudad libre de Teruel. Informamos que la ciudad de Teruel resiste al envite zombie. Cobijados tras nuestras murallas, los Turolenses siguen resistiendo a las implacables hordas zombies. Esta noche queremos anunciar que desafortunadamente no podemos dar cobijo a más refugiados, así que si alguno de ustedes está oyendo este mensaje y tiene la intención de llegar a la ciudad libre de Teruel que sepa que no se le permitirá la entrada hasta nuevo aviso. No vamos a darles ayuda, repito, Teruel no puede recibir más refugiados.
Boletín de Avisos: Ninguna baja civil o militar, y ya van seis días seguidos sin bajas. 354 zombies abatidos en las inmediaciones gracias a los valientes muchachos de la milicia turolense. Dos nuevos niños han venido a este mundo loco: Esperanza y Salvador. ¡espero jovencitos que tengáis una vida muy feliz! ¡enhorabuena a las felices madres!
Otros avisos: Hemos captado conversaciones desde Barcelona y Zaragoza. Aún queda gente en ellas y resistiendo. No se si nos escucháis pero he aquí nuestro grito “¡Existe y Resiste!” ¡animo muchachos!
Aquí Radio Libertad desde Teruel…

miércoles, 1 de abril de 2009

La primera vez... que vi un zombie

[Estamos en la base de Medina del Campo , donde Juan Carlos Martín dirige a un equipo de mecánicos. Cuando comenzamos a hablar esta metido en faena arreglando el motor de un Vehiculo de Transporte de tropas “Pizarro” , tiene el mono azul grasiento y sus manos están teñidas por la grasa. Por un momento, saca las manos del motor , se las limpia en un trapo bastante mugriento y del bolsillo saca un paquete de Ducados – 45% tabaco original que enciende con un mechero que ha visto tiempos mejores]

¿Qué como fue mi primera vez? Pues era verano, estábamos en la playa, la chica se puso cachonda y … ¡ah! Que no se refiere a cuando nos estrenamos con una mujer, se refiere a la primera vez que vi un zombie de esos….
Veamos, era septiembre, lo recuerdo porque por aquel entonces había bastante trabajo. La gente volvía de vacaciones y tenían que ajustar sus coches, cambiarles ruedas y demás historias. Hacía días que se venía comentando en las noticias cualquier suceso referido a los zombies. Ya habíamos visto cien mil veces las imágenes de aquella reportera tan guapa en el poblado chabolista y cada día llegaban más imágenes, más datos, lo que pasaba al otro lado del atlántico. Vamos que la situación estaba bastante tensa. Algunos clientes me comentaron que sólo habían vuelto a casa a coger lo imprescindible y que se volvían a sus apartamentos de la playa, a fin de cuentas en esos sitios no pasaba nunca nada , eso me decían. ¿se lo puede creer?
Era de noche, y ya había cerrado hacía tiempo. Hacía calor, agravado por el pequeño despacho donde me encontraba repasando la contabilidad, y el único ruido que oía era el del ventilador que tenía en el lateral y el de Radio Olé con Camela de fondo.

-BUM-BUM-BUM – tres golpes sonaron en la puerta del garaje.
¡Joder, otra vez los putos críos jodiendo! ¡que les den! Yo a lo mío que tengo mucho que hacer.

- BUM – BUM – BUM – de nuevo golpearon la puerta.
Serán gilipollas- pensé – seguro que son esos mierdas de latinkins que he visto por el barrio. Si es que este barrio se esta poniendo cada vez peor.

- BUM – BUM – BUM – sonó de nuevo.
¡La puta que los parió! – dije en voz baja – se podrían ir a tocarle los cojones a su puta madre

- BUM – BUM – BUM
¡Será cabronazo! – dije mientras me levantaba de golpe e iba hacia el portón con cara de pocos amigos

- BUM – BUM – BUM
Hijo de la grandísima puta, como no pares de darle a la puta puerta voy a llamar a la policía.- vociferé a los del otro lado.

- BUM – BUM – BUM
¡Voy a llamar a la policia! ¡tengo el telefono en la mano!

- BUM – BUM – BUM – BUM-RASSG…- el sonido de algo rascando contra la pintura de la puerta fue claramente audible
- Me cago en la leche, que me ralla la puerta, será maricón – pensé indignado.

Ahí es cuando debí haber llamado a la policía pero supongo que pudo más mi mala ostia que mi cerebro. De un golpe abrí la pequeña puerta del portalón y no vi nada. Me asomé para encararme con aquel tipo y allí estaba mi primer zombie. Al principio no lo reconocí como tal. Tan solo vi a un tipo en chándal azul y una camiseta blanca raída y bastante sucia con abudantes manchas de coca cola (o eso pensaba yo). No me fijé en su cara, ni en sus manos, pero en cambio si que me fijé en el portalón del taller y me di cuenta de las marcas que me había hecho aquel cabrón. Supongo que algo se activó en mi cerebro cuando me di cuenta de que había restos de sangre en toda la puerta, incrédulo recorrí las manchas que acabaron en las manos de aquel tipo. Cuando las vi no tuve conciencia de que algo no encajaba hasta que se empezaron a mover. Los dedos deformados, en posiciones anti naturales, cubiertos de tierra y sangre, incluso uno de sus dedos colgaba de una de sus manos apenas sujeto por un par de jirones de carne.
Recorrí con mi mirada su brazo, su hombro hasta llegar a su cara… [Juan Carlos traga saliva] Supongo que ahora ya estamos acostumbrados, pero la primera vez puede ser un tanto impactante. Aquel tipo tenía un lateral de la cara medio hundido, la mandíbula le colgaba de forma espantosa. De su boca sobresalía una monstruosa lengua de color morado negruzco , y sus ojos, como dos pozos de muerte, mostraban un blanco cadavérico.
Me quedé parado, creo que fue una de las reacciones más habituales al ver un zombie por primera vez. No supe que hacer, le miré entre la fascinación por lo desconocido y el temor hacia algo anti natural. Aquella cosa se giro hacia mí y antes de que me pudiese dar cuenta lo tenía encima. Creo que fue el instinto de auto conservación el que me hizo moverme justo una décima de segundo antes de que aquel zeta me alcanzase. Instintivamente retrocedí cuando aquel bicho se avalanzó sobre mí, con tan mala fortuna que caí hacia atrás con aquella cosa encima. No necesitaba que nadie me dijese que era aquella cosa. Había visto reportajes en la tele sobre aquellos bichos pero no espera encontrármelo en mi taller.
Recuerdo que pelee con aquello, trataba de evitar que me mordiese e hice todo lo posible por mantenerle a distancia. Le pateé, le golpeé con los puños, e incluso le dejé caer una pila de neumáticos encima. Pero no fue suficiente. Aquella cosa seguía avanzando. Horrorizado le fui lanzando todo lo que iba encontrando por el taller, tacos de madera, válvulas, tuercas, una llanta, pero sin resultado alguno.
De repente me acordé de algo que dijeron en las noticias. Un experto inglés que habían traído al programa de la Ana Rosa dijo que a estos bichos solo se les podía matar de un golpe en la cabeza. Así que corrí hasta el final del taller y empecé a buscar una llave inglesa. Recuerdo esos momentos frenéticos, rebuscando por todas partes hasta encontrar la jodida llave, hasta que finalmente apareció. Recuerdo que la así con fuerzas y que descargué un fuerte golpe contra aquella cosa. ¿sabe lo difícil que es acertar a alguien en momentos de tensión? Mi golpe golpeó al zombie en el hombro. Me acuerdo de que aquello sonó de forma seca, que se oyeron los chasquidos de varios huesos al romperse, incluso me pareció ver algo blanquecino que traspasaba la camiseta.
El zombie se tambaleó ligeramente y volvió a la carga. De nuevo le golpee, y aunque mi golpe iba bien dirigido tan solo conseguí golpearle la mandíbula. Esta vez noté como los dientes se rompían bajo el impacto de la llave inglesa. El zombie se volvió a tambalear lo que me dio tiempo suficiente para alzar de nuevo mi improvisada arma y golpear de nuevo en la cabeza a aquella cosa. Sonó como un huevo al estallarse, supongo que ya lo habrá escuchado alguna vez, es una sensación difícil de describir ya que es tan intensa que faltan las palabras.
Lo que sigue es bastante más fácil de contar: una llamada al 112, los GEOS asaltando el local, un equipo NBQ aislando el cadáver y comprobando que yo no había sido mordido. Al día siguiente llamé a un primo mío en Coruña y cerré el local. Supongo que me fui antes de que se extendiese el gran pánico. Y desde entonces hasta ahora trabajando sin parar para los milicos.

martes, 31 de marzo de 2009

Esperando al Tren ... (II)

[ Continúa la entrevista con Jose María Gadea]


Pero detengámonos en un punto importante. ¿de donde salían los civiles? Hemos de decir que voluntarios no faltaban, había mucha gente dispuesta a hacer cualquier cosa por salir de donde estaban, el problema es que no todo el mundo servía para aquello. Se buscaba gente con habilidades “especiales”, gente que supiese moverse utilizando los recursos disponibles. Gente que supiese que tenía que coger y que era lo más valioso. Y luego evidentemente se buscaban brazos fuertes. Pero también había un problema y es que la gente tenía miedo de salir al otro lado. Mucha gente había vivido experiencias traumáticas con los zetas y no se sabían como iban a reaccionar al volver a verlos. Por otra parte se pensó en que los equipos SCR podrían ser una especie de premio para los tipos valiosos o como recompensa por hacer bien un trabajo.

¿Podría hablarme de alguna de sus expediciones? Al parecer, y si nos creemos lo que dicen, pertenecer a los equipos SCR aseguraba un futuro brillante además de una atención personalizada de los servicios de intendencia
.

Si de verdad nos creyésemos todo lo que dicen habríamos derrotado a los zetas el primer año de guerra – responde amargamente José María- Olvídese de todo lo que le han dicho, los equipos SCR eran una autentica picadora de carne. ¿ha encontrado en sus indagaciones el numero real de personas que pertenecieron a los equipos SCR? ¿algo sobre el incidente en Husillos, la Azucarera y la mitad del equipo muerto por una imprudencia de los miembros civiles? Porque lo que nunca le han contado es que los civiles eran tratados como miembros dispensables del equipo, si alguien caía, bueno siempre había unos cuantos millones más de posibles trabajadores deseando salir de su T-7 para recibir una mejor alimentación y trato.

Por lo que dice el trabajo de civil era complicado en los equipos SCR…

Sí- dice rápida rotundamente- Mire, todo eso de que éramos unos héroes y que llevábamos la esperanza a las tierras libres… pues mire, me parece una gilipollez. Nosotros éramos saqueadores, allá por donde pasábamos nos dedicábamos a coger todo lo que podíamos sin pensar en las consecuencias. No le han explicado que en índice de supervivencia en todas las zonas cercanas a cualquier vía del tren de la meseta son los más bajos de todos? ¿no? No me extraña. Nuestro trabajo era despojar a los pueblos de todo lo que nos podía ser útil sin tener que pensar en los supervivientes que había por aquellas zonas. Creo que les jodimos más nosotros que los zombies. A aquella gente la matamos, así dicho simplemente. Eliminamos su capacidad de seguir existiendo, de forrajear, acabamos con unos recursos que les podían haber sido más útiles a ellos que a nosotros – comenta bastante enfadado.
Por otra parte estaba el índice de bajas … ¿en sus notas que pone? ¿un 10% por viaje?

[Le respondo afirmativamente]

Los chicos de relaciones publicas se han portado estupendamente con usted – dice irónicamente – creo que la verdad es que se ajusta más a un 15-20%, aunque es probable que nunca se sepa. Si hay un registro seguro que está bien escondido.
Para saber porqué había tantas bajas tendríamos que hablar sobre como funcionaban los SCR en el campo de batalla [Chema sonríe divertido]. ¿por donde empezamos? Veamos. Los SCR estaban compuestos por un contingente militar y por otro civil. De esto ya hemos hablado antes. Lo que no he mencionado es como funcionábamos los civiles. Nos agrupábamos por escuadras de 10 hombres diferenciándonos en escuadras de veteranos y de novatos. Pececillos, chicos V(erdes), y motes similares. Quiero dejar claro esto porque normalmente las bajas se producían entre los Pececillos. Por norma general cualquier pececillo había sido antes de la guerra un chico de escritorio, el cual debía ser tremendamente listo e inteligente en su trabajo pero era una nulidad ahí fuera. Muchos de ellos eran reclutados como castigo, sabiendo los mandos que lo que hacían era o bien librarse de ellos rápidamente o bien crear a alguien útil para la sociedad. Suena duro pero es la verdad. Mi teoría es que había algo, un plan maestro o algo por el estilo y que los equipos SCR servían para eliminar a los torpes e indeseables de las poblaciones locales ¿Por qué sino la calidad de los reemplazos era siempre tan mala?
Por otra parte estábamos los Veteranos, que antes de la guerra habíamos sido gente con experiencia en la vida, eso no quiere decir que fuésemos todos criminales, tan sólo digo que aquellos que habían sufrido privaciones o que habían estado justos en su anterior vida se sabían mover mejor cuando todo esto estalló.

¿Cómo funcionaban los SCR?

En las escaramuzas lo normal era dividirnos el trabajo entre las escuadras. La mía tenía la misión de encontrar vehículos funcionales. Esto incluía casi siempre furgonetas, tractores, camiones, grúas, excavadoras. Nunca cogíamos turismos, nos limitábamos a vehículos industriales. Había una consigna no escrita en la que los vehículos debían llegar con las ventanillas enteras, porque sencillamente no había repuestos para ellas, tal vez por eso los “profesionales del coche” éramos tan demandados.
Luego estaban los equipos encargados del combustible, estos se dedicaban a vaciar las gasolineras, los depósitos de gasoil, los tanques de los coches, y cualquier otro lugar donde pudiesen encontrar combustibles. El tercer grupo de importancia era el dedicado a obtener medicamentos, ya fuese en farmacias, o si la cosa estaba jodida en hospitales. De estos tres grupos el más complicado era el tercero ya que normalmente los hospitales, ambulatorios o farmacias presentaban un alto índice de zetas.
Y luego teníamos al resto de los equipos, compuestos por la mayoría de los pececillos que se dedicaban a asaltar las casas en busca de cualquier cosa útil, y es evidente que estos se encontraban con muchos problemas. Zombies que salían de debajo de las mesas, de los armarios (jeje, mal chiste dice José María), y que sorprendían a los pobres pececitos.
Todo el material que obteníamos lo sacábamos a la calle y lo cargábamos en los vehículos recién adquiridos. Una vez que se hubiese cumplido el tiempo establecido, es decir, cuando los zetas volviesen a venir nos largábamos echando patas. En Husillos se les pasó el tiempo. Al parecer hubo una mala comunicación entre los militares y los civiles y estos se quedaron atrapados en el pueblo. ¿mal asunto verdad? ¿a que de esto no le han hablado? Curiosamente solo se habla de lo bien que lo hicimos, los éxitos que tuvimos (que no fueron pocos, no lo niego), pero desafortunadamente nos hemos olvidado de los que se quedaron por el camino.

Los novatos eran carne de cañón, si sabías dirigirlos cumplían su papel pero normalmente la acababan cagando. No estaban acostumbrados a tratar con los gules, ¡muchos de ellos no habían visto ni siquiera uno! Eran normales las reacciones de pánico, de quedarse atontados al ver a algún niño zombie. Algunos se meaban en los pantalones al ver a aquellas cosas, ¡lo juro! ¡los vi con mis propios ojos! Y sin embargo entre tanto T-7 sin valor alguno surgía un chupatintas de escritorio con la suficiente cabeza y habilidad como para seguir viviendo. ¡Darwinismo en acción!

- ¿Perdón?

Si, hombre, Darwin, ya sabes, el autor del origen de las especies. Tampoco es que lo conozca mucho, pero por lo poco que he leído dice que solo los más aptos sobreviven. Sólo aquellos que consiguen adaptarse a su entorno tienen posibilidades de sobrevivir. Evidentemente si sacas a un puto T-7 de su entorno de escritorio y lo metes en la jungla lo más seguro es que llegue el Tigre y se lo coma. Así que el corderito de escritorio que ha ido sobreviviendo va evolucionando hasta convertirse en el mayor hijoputa despiadado que puedas encontrarte. [Jose María sonríe de forma felina . Da miedo]

martes, 24 de marzo de 2009

Esperando el Tren (I)

[ La actividad de la oficina de José María “Chema” Gadea es intensa. Los teléfonos suenan, la gente va de un lado para otro, y el estruendo de los teclados resuena por toda la sala. Una amable secretaria me hace pasar al despacho donde tras un café empieza nuestra amena conversación]

- Como quiere que empecemos, ¿hablando de los trenes? ¿De los SCR? …

No, no – sonríe abiertamente- eso sería empezar la película desde la mitad. Empezamos desde el principio. Veamos - [chema mira al techo, como si estuviese pensando y ordenando mentalmente lo que va a decir] – todo empezó poco después del gran Pánico, ya sabe cuando la gente trató de abandonar las ciudades y los militares empezaron con el repliegue táctico al norte. Yo por aquel entonces era un ciudadano corriente...

Perdona que le interrumpa, pero no es lo que yo he oído…

Bien, vale, muy corriente no era. En realidad me encontraba en libertad condicional. No, no se preocupe no era por nada grave. Mi problema es que nunca tenía dinero y siempre quería un coche mejor que el anterior, y claro la vida me fue enseñando que si querías algo lo tenías que coger. Así que fui afinando mis habilidades y empecé a robar coches, primero los utilizaba para pasar el fin de semana, luego me junté con malas compañías y empecé robando coches por encargo .. hasta que me pillaron. En fin, no se puede tener todo. Creo que me había vuelto descuidado, supongo que la avaricia pudo conmigo [dice con una sonrisa burlona]. El señor juez me condenó muy merecidamente a 3 años de prisión de los que cumplí 5 meses y tres días antes de quedar en libertad condicional.
Poco antes de salir ya se estaban dando los primeros casos, fue meses antes de que la cosa se descojonase totalmente. Entre la gente circulaban rumores y todo el mundo afirmaba haber visto un zeta pero siempre era a través de un amigo de un amigo. Yo no le hacía mucho caso, bastante tenía yo en no volver a caer en el vicio de robar coches.
La primera vez que vi a uno fue un domingo, me acuerdo porque volvía del bar de estar viendo un partido del Madrid que acabó a eso de la medianoche. Estaba ligeramente atocinado por el alcohol y para ser sincero no me di cuenta hasta que tropecé con aquel bicho. “¡Joder Capullo! A ver si miras por donde vas!!” – le grité- Supongo que no me oyó – sonrie al decirlo . Creo que ahí me di cuenta de que todo lo que nos estaban contando era verdad . Me acojoné mucho y salí por patas lo más rapidamente. Al día siguiente estaba cogiendo un autobús con destino a Gijón. Lo divertido fue ver la cara de mi tía al verme ¡otro gorrón más! Debió pensar la pobre mujer.
Y allí en Gijón me quedé durante una temporada. Se sucedieron los hechos, se desató la histeria colectiva, los zetas aparecieron por doquier y todo se fue a la mierda.

¿Fue entonces cuando fue admitido en el SCR?

De nuevo, no querido amigo. Eso pasó más tarde. Como bien recuerda todo el mundo acabó realizando trabajos para la comuniadad. Ya sabe de lo que hablo, las famosas categorías “T”. No le voy a negar que cuando me preguntaron si tenía alguna habilidad especial me callé. Si se enteraban que era un preso lo más seguro es que me hubiesen mandado a patrullar por la zona no segura o algo peor. Tan solo dije que no, que no sabía hacer nada de interes social y/o provecho, ¿queda claro a que categoría fui a parar no? A la misma que otros cuatro millones de personas “sin ninguna habilidad útil para la sociedad”. A mi me destinaron al cultivo de hortalizas. Yo que en mi vida había visto un huerto me encontré plantando nabos, patatas y cualquier otro tipo de verdura, hortaliza o lo que demonios fuese aquello.
La cosa empeoró. Supongo que se acordará del primer año, lo realmente mal que lo pasamos. La hambruna, los casos de histeria colectiva cuando se decía que tal o cual zona segura ya no era tan segura. Las desapariciones misteriosas. La policía militar entrando por las noches en los barracones y llevándose gente a váyase usted a saber donde. El frío húmedo asturiano. Aquello era para pegarse un tiro, y ¡joder! Lo hubiera hecho de haber tenido un arma. Dicen que esa es una de las principales causas por las cuales los americanos tuvieron un índice de suicidios tan alto. Todo el mundo tenía un revolver a mano y si estabas realmente jodido era fácil usarlo. Aquí la única opción que nos quedaba era colgarnos de un árbol, y hasta eso empezaba a estar complicado cuando nos cargamos todos los bosques.
Entonces un día aparecieron los militares en la plantación. Yo estaba en mitad del huerto y los vi llegar a lo lejos. Un sargento se bajó del coche y tras el un par de muchachos uniformados con sus armas preparadas. Todo el mundo les miró y supongo que todo nos cagamos allí mismo. Habíamos oído los rumores acerca del ejercito: que si venían a por ti eras hombre muerto. El sargento preguntó al capataz y cuando este me señaló con el dedo me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Me sujeté a la pala para evitar caerme y traté de guardar la compostura y ¡por dios! ¡si ese hijoputa quería llevarme a prisión se las tendría que ver conmigo! A fin de cuentas aquello era una mierda de vida. Tanto más me daba morir en ese momento que dentro de un mes por malnutrición.
- ¿José María Gadea? – me preguntó el sargento con voz grave y seria. Respondí afirmativamente moviendo lentamente la cabeza – Tengo que informarle que ha sido ascendido de categoría. Usted ya no será más un T-7, siempre y cuando venga con nosotros y renuncie a cualquier reclamación posterior. Una vez que acepte nuestra oferta ya no habrá marcha atrás. – Y añadió con cierto deje burlón – Le ofrezco un billete en primera clase para salir de aquí.
Creo que tarde unos dos segundos en procesar lo que me estaba diciendo y otro más en poder articular palabra. Acepto. Creo que esas fueron mis palabras. El sargento sonrió malignamente y me acompañó al jeep en el que habían venido.
Desde hacía meses no veíamos un coche, la poca gasolina que quedaba era racionada por el ejercito y los coches solo se utilizaban de manera excepcional. Así que cuando el coche arrancó y me fui de allí sintiendo el aire en mi cara , me sentí por primera vez en mucho tiempo libre. Hasta parece una historia bonita. ¡que cabrones fueron! – dice con cierta gracia – si llego a saber donde me metía!

Entonces

Entonces – interrumpe chema mi pregunta – fue cuando me destinaron a los SCR, o como ellos lo llamaban “Servicios de Captación de Recursos”, coloquialmente conocidos en el resto del mundo como los Saqueadores, grupos Plaga, Los Rosas (ya se lo explicaré más adelante, puta burocracia, es lo único que puedo decir), Equipos Alí Babá y en fin, decenas de nombres más. Supongo que cuando se lo explique lo entenderá.

Pero, no lo entiendo bien, le sacaron de un mal trabajo –usted mismo lo ha dicho- y le metieron en una unidad de elite, supongo que debía de estar agradecido con el cambio.

¡Joder! Supongo que la propaganda funcionó bien. En realidad cuando yo llegué los SCR estaban en pañales. La idea de los grupos Plaga surgió de la necesidad. Tantos millones de personas exigían miles de toneladas de recursos para sobrevivir, desde comida, medicinas, utensilios básicos ¿ Se ha parado a pensar que no había ninguna fábrica de bolígrafos en toda la zona libre? Cuando la tinta empezó a escasear el índice de suicidios empezó a crecer ¿lo sabía? Pues ahí lo tiene. Necesitábamos de todo, cualquier cosa que se pudiese recoger de la zona infectada supondría un alivio a la zona libre. La idea era crear grupos entrenados que recogiesen todo el material posible de las zonas infectadas. Sin embargo la idea tenía un gran fallo, y era como iban a poder transportar las cosas si no había gasolina para llevarlas. El plan parecía condenado al fracaso. Se trazaron variantes usando caballos, mulas e incluso alguien habló (o al menos eso me cuentan) de usar a zetas como porteadores, hasta que finalmente un miembro del consejo, un vasco que sobresalía por dar ideas simples y funcionales, dio con la solución perfecta. Usar el tren.
La gente del consejo le miró con cara de asombro. A nadie se le había ocurrido. Y fue cuando se pusieron a diseñar los equipos SCR.
- Como en el que usted estaba ¿no?

No exactamente. El primer tren que salió de Oviedo estaba cargado hasta arriba de soldados. Los vagones se reforzaron y aunque era una expedición de saqueo apenas había un par de vagones de carga. Realmente no sabían que se iban a encontrar y por ello había pocos voluntarios dispuestos a jugarse el tipo más allá de los Picos de Europa.

- ¿Y les fue bien? Porque no he encontrado nada sobre aquella misión…

¡Aquello fue un desastre! – desde el punto de vista económico -. Se gastaron decenas de toneladas en recursos y apenas obtuvieron unas pocas. Supongo que eso pasa cuando pones a los policías a robar, puede que hayan tratado mucho con el crimen, pero eso no les convierte en criminales.
Su principal problema fue que no había suficientes soldaditos para hacer todo el trabajo. Y que no todos sabían lo que tenían que hacer. Su principal problema es que se encontraron con que muchos de los sitios a los que iban estaban ya desvalijados, y los que no estaban saqueados estaban cerrados a cal y canto. Solo unos pocos pueblos de la ruta que siguieron estaban deshabitados (bueno en este caso habitados por zetas). Y cuando se dio el caso de empezar el saqueo se dieron cuenta de que no estaban nada preparados. Su principal problema fue que se solían parar a kilómetros del pueblo, al menos esa era su táctica, luego despejaron el terreno de zetas y cuando quisieron darse cuenta tenían unas cuantas toneladas de material pero no tenían como llevarlas. Creo que de ahí les viene el mote de Ali Babá y los 40 ladrones. Seguro que ver a medio centenar de soldados cargando material en sabanas era motivo de risa!
Y pese que aquello fue un desastre, se vio que había potencial en ello.
El consejo le pidió de nuevo consejo a Iñaki, el mismo vasco grandote que había sugerido la idea de utilizar un tren para moverse. Y tras presentarle el informe de la misión y tras unos cuantos: uhmmm, ahmmm, ya veo ya veo, pidió permiso para reformar aquello.
Y de esa reforma salieron los equipos SCR.
Básicamente un equipo SCR estaba asignado a un convoy y raros fueron los casos en los que los equipos cambiaban de tren. Supongo que se creo una especie de cariño entre los hombres y aquellos trenes. Esencialmente un equipo estaba compuesto por unos 50 miembros del ejercito, 35 de ellos hombres experimentados y normalmente 15 reclutas. Y el doble de personal no militar. ¿adivina cual iba a ser nuestro cometido? ¡el de porteadores! – exclama Chema soltando una sonora carcajada
De nuevo la idea de Iñaki fue sencilla, fue dando soluciones sencillas a los problemas complicados. Lo primero era disponer de una fuerza experimentada de soldados que despejasen la zona. Lo segundo era disponer de una fuerza no de combate que se dedicase a limpiar un sitio de todo aquello que pudiese ser aprovechado. Para ello este contingente debía de disponer de todos los medios necesarios para trasladar las mercancías al tren de la forma más rápida posible. Poco a poco el equipo fue tomando cuerpo. Los hombres se fueron agrupando en escuadras, y cada escuadra tenía un propósito específico: encontrar combustible, medicinas, comida, materiales de primera necesidad, etc.… El tren se fue ampliando, se añadieron vagones de carga, vagones cisterna, y el ultimo vagón era un vagón de transporte de vehículos, en el que siempre había un vehículo cisterna y por lo menos dos camiones medianos o cuatro furgonetas de carga.
Los civiles no podían portar armas de fuego, tal vez ante el temor de que se pudiesen hacer con el tren y escaparse, cosa que nunca ocurrió. Aunque había un vació legal donde no se especificaba si podía ir armado con cualquier otro tipo de arma. ¿Sabe que todos llevábamos algún tipo de arma contundente? Yo en particular me agencié un hachuela en mi segunda salida y hasta hoy sigue conmigo, ¡supongo que me ha dado buena suerte! No era raro que nos encontrásemos con algún pútrido mientras trabajábamos y no siempre estaban los grises para defendernos [nota del autor: hace referencia a los miembros del ejercito, que por aquel entonces ya vestían el mono gris que les ha hecho tan característicos]