martes, 31 de marzo de 2009
Esperando al Tren ... (II)
Pero detengámonos en un punto importante. ¿de donde salían los civiles? Hemos de decir que voluntarios no faltaban, había mucha gente dispuesta a hacer cualquier cosa por salir de donde estaban, el problema es que no todo el mundo servía para aquello. Se buscaba gente con habilidades “especiales”, gente que supiese moverse utilizando los recursos disponibles. Gente que supiese que tenía que coger y que era lo más valioso. Y luego evidentemente se buscaban brazos fuertes. Pero también había un problema y es que la gente tenía miedo de salir al otro lado. Mucha gente había vivido experiencias traumáticas con los zetas y no se sabían como iban a reaccionar al volver a verlos. Por otra parte se pensó en que los equipos SCR podrían ser una especie de premio para los tipos valiosos o como recompensa por hacer bien un trabajo.
¿Podría hablarme de alguna de sus expediciones? Al parecer, y si nos creemos lo que dicen, pertenecer a los equipos SCR aseguraba un futuro brillante además de una atención personalizada de los servicios de intendencia.
Si de verdad nos creyésemos todo lo que dicen habríamos derrotado a los zetas el primer año de guerra – responde amargamente José María- Olvídese de todo lo que le han dicho, los equipos SCR eran una autentica picadora de carne. ¿ha encontrado en sus indagaciones el numero real de personas que pertenecieron a los equipos SCR? ¿algo sobre el incidente en Husillos, la Azucarera y la mitad del equipo muerto por una imprudencia de los miembros civiles? Porque lo que nunca le han contado es que los civiles eran tratados como miembros dispensables del equipo, si alguien caía, bueno siempre había unos cuantos millones más de posibles trabajadores deseando salir de su T-7 para recibir una mejor alimentación y trato.
Por lo que dice el trabajo de civil era complicado en los equipos SCR…
Sí- dice rápida rotundamente- Mire, todo eso de que éramos unos héroes y que llevábamos la esperanza a las tierras libres… pues mire, me parece una gilipollez. Nosotros éramos saqueadores, allá por donde pasábamos nos dedicábamos a coger todo lo que podíamos sin pensar en las consecuencias. No le han explicado que en índice de supervivencia en todas las zonas cercanas a cualquier vía del tren de la meseta son los más bajos de todos? ¿no? No me extraña. Nuestro trabajo era despojar a los pueblos de todo lo que nos podía ser útil sin tener que pensar en los supervivientes que había por aquellas zonas. Creo que les jodimos más nosotros que los zombies. A aquella gente la matamos, así dicho simplemente. Eliminamos su capacidad de seguir existiendo, de forrajear, acabamos con unos recursos que les podían haber sido más útiles a ellos que a nosotros – comenta bastante enfadado.
Por otra parte estaba el índice de bajas … ¿en sus notas que pone? ¿un 10% por viaje?
[Le respondo afirmativamente]
Los chicos de relaciones publicas se han portado estupendamente con usted – dice irónicamente – creo que la verdad es que se ajusta más a un 15-20%, aunque es probable que nunca se sepa. Si hay un registro seguro que está bien escondido.
Para saber porqué había tantas bajas tendríamos que hablar sobre como funcionaban los SCR en el campo de batalla [Chema sonríe divertido]. ¿por donde empezamos? Veamos. Los SCR estaban compuestos por un contingente militar y por otro civil. De esto ya hemos hablado antes. Lo que no he mencionado es como funcionábamos los civiles. Nos agrupábamos por escuadras de 10 hombres diferenciándonos en escuadras de veteranos y de novatos. Pececillos, chicos V(erdes), y motes similares. Quiero dejar claro esto porque normalmente las bajas se producían entre los Pececillos. Por norma general cualquier pececillo había sido antes de la guerra un chico de escritorio, el cual debía ser tremendamente listo e inteligente en su trabajo pero era una nulidad ahí fuera. Muchos de ellos eran reclutados como castigo, sabiendo los mandos que lo que hacían era o bien librarse de ellos rápidamente o bien crear a alguien útil para la sociedad. Suena duro pero es la verdad. Mi teoría es que había algo, un plan maestro o algo por el estilo y que los equipos SCR servían para eliminar a los torpes e indeseables de las poblaciones locales ¿Por qué sino la calidad de los reemplazos era siempre tan mala?
Por otra parte estábamos los Veteranos, que antes de la guerra habíamos sido gente con experiencia en la vida, eso no quiere decir que fuésemos todos criminales, tan sólo digo que aquellos que habían sufrido privaciones o que habían estado justos en su anterior vida se sabían mover mejor cuando todo esto estalló.
¿Cómo funcionaban los SCR?
En las escaramuzas lo normal era dividirnos el trabajo entre las escuadras. La mía tenía la misión de encontrar vehículos funcionales. Esto incluía casi siempre furgonetas, tractores, camiones, grúas, excavadoras. Nunca cogíamos turismos, nos limitábamos a vehículos industriales. Había una consigna no escrita en la que los vehículos debían llegar con las ventanillas enteras, porque sencillamente no había repuestos para ellas, tal vez por eso los “profesionales del coche” éramos tan demandados.
Luego estaban los equipos encargados del combustible, estos se dedicaban a vaciar las gasolineras, los depósitos de gasoil, los tanques de los coches, y cualquier otro lugar donde pudiesen encontrar combustibles. El tercer grupo de importancia era el dedicado a obtener medicamentos, ya fuese en farmacias, o si la cosa estaba jodida en hospitales. De estos tres grupos el más complicado era el tercero ya que normalmente los hospitales, ambulatorios o farmacias presentaban un alto índice de zetas.
Y luego teníamos al resto de los equipos, compuestos por la mayoría de los pececillos que se dedicaban a asaltar las casas en busca de cualquier cosa útil, y es evidente que estos se encontraban con muchos problemas. Zombies que salían de debajo de las mesas, de los armarios (jeje, mal chiste dice José María), y que sorprendían a los pobres pececitos.
Todo el material que obteníamos lo sacábamos a la calle y lo cargábamos en los vehículos recién adquiridos. Una vez que se hubiese cumplido el tiempo establecido, es decir, cuando los zetas volviesen a venir nos largábamos echando patas. En Husillos se les pasó el tiempo. Al parecer hubo una mala comunicación entre los militares y los civiles y estos se quedaron atrapados en el pueblo. ¿mal asunto verdad? ¿a que de esto no le han hablado? Curiosamente solo se habla de lo bien que lo hicimos, los éxitos que tuvimos (que no fueron pocos, no lo niego), pero desafortunadamente nos hemos olvidado de los que se quedaron por el camino.
Los novatos eran carne de cañón, si sabías dirigirlos cumplían su papel pero normalmente la acababan cagando. No estaban acostumbrados a tratar con los gules, ¡muchos de ellos no habían visto ni siquiera uno! Eran normales las reacciones de pánico, de quedarse atontados al ver a algún niño zombie. Algunos se meaban en los pantalones al ver a aquellas cosas, ¡lo juro! ¡los vi con mis propios ojos! Y sin embargo entre tanto T-7 sin valor alguno surgía un chupatintas de escritorio con la suficiente cabeza y habilidad como para seguir viviendo. ¡Darwinismo en acción!
- ¿Perdón?
Si, hombre, Darwin, ya sabes, el autor del origen de las especies. Tampoco es que lo conozca mucho, pero por lo poco que he leído dice que solo los más aptos sobreviven. Sólo aquellos que consiguen adaptarse a su entorno tienen posibilidades de sobrevivir. Evidentemente si sacas a un puto T-7 de su entorno de escritorio y lo metes en la jungla lo más seguro es que llegue el Tigre y se lo coma. Así que el corderito de escritorio que ha ido sobreviviendo va evolucionando hasta convertirse en el mayor hijoputa despiadado que puedas encontrarte. [Jose María sonríe de forma felina . Da miedo]
martes, 24 de marzo de 2009
Esperando el Tren (I)
- Como quiere que empecemos, ¿hablando de los trenes? ¿De los SCR? …
No, no – sonríe abiertamente- eso sería empezar la película desde la mitad. Empezamos desde el principio. Veamos - [chema mira al techo, como si estuviese pensando y ordenando mentalmente lo que va a decir] – todo empezó poco después del gran Pánico, ya sabe cuando la gente trató de abandonar las ciudades y los militares empezaron con el repliegue táctico al norte. Yo por aquel entonces era un ciudadano corriente...
Perdona que le interrumpa, pero no es lo que yo he oído…
Bien, vale, muy corriente no era. En realidad me encontraba en libertad condicional. No, no se preocupe no era por nada grave. Mi problema es que nunca tenía dinero y siempre quería un coche mejor que el anterior, y claro la vida me fue enseñando que si querías algo lo tenías que coger. Así que fui afinando mis habilidades y empecé a robar coches, primero los utilizaba para pasar el fin de semana, luego me junté con malas compañías y empecé robando coches por encargo .. hasta que me pillaron. En fin, no se puede tener todo. Creo que me había vuelto descuidado, supongo que la avaricia pudo conmigo [dice con una sonrisa burlona]. El señor juez me condenó muy merecidamente a 3 años de prisión de los que cumplí 5 meses y tres días antes de quedar en libertad condicional.
Poco antes de salir ya se estaban dando los primeros casos, fue meses antes de que la cosa se descojonase totalmente. Entre la gente circulaban rumores y todo el mundo afirmaba haber visto un zeta pero siempre era a través de un amigo de un amigo. Yo no le hacía mucho caso, bastante tenía yo en no volver a caer en el vicio de robar coches.
La primera vez que vi a uno fue un domingo, me acuerdo porque volvía del bar de estar viendo un partido del Madrid que acabó a eso de la medianoche. Estaba ligeramente atocinado por el alcohol y para ser sincero no me di cuenta hasta que tropecé con aquel bicho. “¡Joder Capullo! A ver si miras por donde vas!!” – le grité- Supongo que no me oyó – sonrie al decirlo . Creo que ahí me di cuenta de que todo lo que nos estaban contando era verdad . Me acojoné mucho y salí por patas lo más rapidamente. Al día siguiente estaba cogiendo un autobús con destino a Gijón. Lo divertido fue ver la cara de mi tía al verme ¡otro gorrón más! Debió pensar la pobre mujer.
Y allí en Gijón me quedé durante una temporada. Se sucedieron los hechos, se desató la histeria colectiva, los zetas aparecieron por doquier y todo se fue a la mierda.
¿Fue entonces cuando fue admitido en el SCR?
De nuevo, no querido amigo. Eso pasó más tarde. Como bien recuerda todo el mundo acabó realizando trabajos para la comuniadad. Ya sabe de lo que hablo, las famosas categorías “T”. No le voy a negar que cuando me preguntaron si tenía alguna habilidad especial me callé. Si se enteraban que era un preso lo más seguro es que me hubiesen mandado a patrullar por la zona no segura o algo peor. Tan solo dije que no, que no sabía hacer nada de interes social y/o provecho, ¿queda claro a que categoría fui a parar no? A la misma que otros cuatro millones de personas “sin ninguna habilidad útil para la sociedad”. A mi me destinaron al cultivo de hortalizas. Yo que en mi vida había visto un huerto me encontré plantando nabos, patatas y cualquier otro tipo de verdura, hortaliza o lo que demonios fuese aquello.
La cosa empeoró. Supongo que se acordará del primer año, lo realmente mal que lo pasamos. La hambruna, los casos de histeria colectiva cuando se decía que tal o cual zona segura ya no era tan segura. Las desapariciones misteriosas. La policía militar entrando por las noches en los barracones y llevándose gente a váyase usted a saber donde. El frío húmedo asturiano. Aquello era para pegarse un tiro, y ¡joder! Lo hubiera hecho de haber tenido un arma. Dicen que esa es una de las principales causas por las cuales los americanos tuvieron un índice de suicidios tan alto. Todo el mundo tenía un revolver a mano y si estabas realmente jodido era fácil usarlo. Aquí la única opción que nos quedaba era colgarnos de un árbol, y hasta eso empezaba a estar complicado cuando nos cargamos todos los bosques.
Entonces un día aparecieron los militares en la plantación. Yo estaba en mitad del huerto y los vi llegar a lo lejos. Un sargento se bajó del coche y tras el un par de muchachos uniformados con sus armas preparadas. Todo el mundo les miró y supongo que todo nos cagamos allí mismo. Habíamos oído los rumores acerca del ejercito: que si venían a por ti eras hombre muerto. El sargento preguntó al capataz y cuando este me señaló con el dedo me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Me sujeté a la pala para evitar caerme y traté de guardar la compostura y ¡por dios! ¡si ese hijoputa quería llevarme a prisión se las tendría que ver conmigo! A fin de cuentas aquello era una mierda de vida. Tanto más me daba morir en ese momento que dentro de un mes por malnutrición.
- ¿José María Gadea? – me preguntó el sargento con voz grave y seria. Respondí afirmativamente moviendo lentamente la cabeza – Tengo que informarle que ha sido ascendido de categoría. Usted ya no será más un T-7, siempre y cuando venga con nosotros y renuncie a cualquier reclamación posterior. Una vez que acepte nuestra oferta ya no habrá marcha atrás. – Y añadió con cierto deje burlón – Le ofrezco un billete en primera clase para salir de aquí.
Creo que tarde unos dos segundos en procesar lo que me estaba diciendo y otro más en poder articular palabra. Acepto. Creo que esas fueron mis palabras. El sargento sonrió malignamente y me acompañó al jeep en el que habían venido.
Desde hacía meses no veíamos un coche, la poca gasolina que quedaba era racionada por el ejercito y los coches solo se utilizaban de manera excepcional. Así que cuando el coche arrancó y me fui de allí sintiendo el aire en mi cara , me sentí por primera vez en mucho tiempo libre. Hasta parece una historia bonita. ¡que cabrones fueron! – dice con cierta gracia – si llego a saber donde me metía!
Entonces…
Entonces – interrumpe chema mi pregunta – fue cuando me destinaron a los SCR, o como ellos lo llamaban “Servicios de Captación de Recursos”, coloquialmente conocidos en el resto del mundo como los Saqueadores, grupos Plaga, Los Rosas (ya se lo explicaré más adelante, puta burocracia, es lo único que puedo decir), Equipos Alí Babá y en fin, decenas de nombres más. Supongo que cuando se lo explique lo entenderá.
Pero, no lo entiendo bien, le sacaron de un mal trabajo –usted mismo lo ha dicho- y le metieron en una unidad de elite, supongo que debía de estar agradecido con el cambio.
¡Joder! Supongo que la propaganda funcionó bien. En realidad cuando yo llegué los SCR estaban en pañales. La idea de los grupos Plaga surgió de la necesidad. Tantos millones de personas exigían miles de toneladas de recursos para sobrevivir, desde comida, medicinas, utensilios básicos ¿ Se ha parado a pensar que no había ninguna fábrica de bolígrafos en toda la zona libre? Cuando la tinta empezó a escasear el índice de suicidios empezó a crecer ¿lo sabía? Pues ahí lo tiene. Necesitábamos de todo, cualquier cosa que se pudiese recoger de la zona infectada supondría un alivio a la zona libre. La idea era crear grupos entrenados que recogiesen todo el material posible de las zonas infectadas. Sin embargo la idea tenía un gran fallo, y era como iban a poder transportar las cosas si no había gasolina para llevarlas. El plan parecía condenado al fracaso. Se trazaron variantes usando caballos, mulas e incluso alguien habló (o al menos eso me cuentan) de usar a zetas como porteadores, hasta que finalmente un miembro del consejo, un vasco que sobresalía por dar ideas simples y funcionales, dio con la solución perfecta. Usar el tren.
La gente del consejo le miró con cara de asombro. A nadie se le había ocurrido. Y fue cuando se pusieron a diseñar los equipos SCR.
- Como en el que usted estaba ¿no?
No exactamente. El primer tren que salió de Oviedo estaba cargado hasta arriba de soldados. Los vagones se reforzaron y aunque era una expedición de saqueo apenas había un par de vagones de carga. Realmente no sabían que se iban a encontrar y por ello había pocos voluntarios dispuestos a jugarse el tipo más allá de los Picos de Europa.
- ¿Y les fue bien? Porque no he encontrado nada sobre aquella misión…
¡Aquello fue un desastre! – desde el punto de vista económico -. Se gastaron decenas de toneladas en recursos y apenas obtuvieron unas pocas. Supongo que eso pasa cuando pones a los policías a robar, puede que hayan tratado mucho con el crimen, pero eso no les convierte en criminales.
Su principal problema fue que no había suficientes soldaditos para hacer todo el trabajo. Y que no todos sabían lo que tenían que hacer. Su principal problema es que se encontraron con que muchos de los sitios a los que iban estaban ya desvalijados, y los que no estaban saqueados estaban cerrados a cal y canto. Solo unos pocos pueblos de la ruta que siguieron estaban deshabitados (bueno en este caso habitados por zetas). Y cuando se dio el caso de empezar el saqueo se dieron cuenta de que no estaban nada preparados. Su principal problema fue que se solían parar a kilómetros del pueblo, al menos esa era su táctica, luego despejaron el terreno de zetas y cuando quisieron darse cuenta tenían unas cuantas toneladas de material pero no tenían como llevarlas. Creo que de ahí les viene el mote de Ali Babá y los 40 ladrones. Seguro que ver a medio centenar de soldados cargando material en sabanas era motivo de risa!
Y pese que aquello fue un desastre, se vio que había potencial en ello.
El consejo le pidió de nuevo consejo a Iñaki, el mismo vasco grandote que había sugerido la idea de utilizar un tren para moverse. Y tras presentarle el informe de la misión y tras unos cuantos: uhmmm, ahmmm, ya veo ya veo, pidió permiso para reformar aquello.
Y de esa reforma salieron los equipos SCR.
Básicamente un equipo SCR estaba asignado a un convoy y raros fueron los casos en los que los equipos cambiaban de tren. Supongo que se creo una especie de cariño entre los hombres y aquellos trenes. Esencialmente un equipo estaba compuesto por unos 50 miembros del ejercito, 35 de ellos hombres experimentados y normalmente 15 reclutas. Y el doble de personal no militar. ¿adivina cual iba a ser nuestro cometido? ¡el de porteadores! – exclama Chema soltando una sonora carcajada
De nuevo la idea de Iñaki fue sencilla, fue dando soluciones sencillas a los problemas complicados. Lo primero era disponer de una fuerza experimentada de soldados que despejasen la zona. Lo segundo era disponer de una fuerza no de combate que se dedicase a limpiar un sitio de todo aquello que pudiese ser aprovechado. Para ello este contingente debía de disponer de todos los medios necesarios para trasladar las mercancías al tren de la forma más rápida posible. Poco a poco el equipo fue tomando cuerpo. Los hombres se fueron agrupando en escuadras, y cada escuadra tenía un propósito específico: encontrar combustible, medicinas, comida, materiales de primera necesidad, etc.… El tren se fue ampliando, se añadieron vagones de carga, vagones cisterna, y el ultimo vagón era un vagón de transporte de vehículos, en el que siempre había un vehículo cisterna y por lo menos dos camiones medianos o cuatro furgonetas de carga.
Los civiles no podían portar armas de fuego, tal vez ante el temor de que se pudiesen hacer con el tren y escaparse, cosa que nunca ocurrió. Aunque había un vació legal donde no se especificaba si podía ir armado con cualquier otro tipo de arma. ¿Sabe que todos llevábamos algún tipo de arma contundente? Yo en particular me agencié un hachuela en mi segunda salida y hasta hoy sigue conmigo, ¡supongo que me ha dado buena suerte! No era raro que nos encontrásemos con algún pútrido mientras trabajábamos y no siempre estaban los grises para defendernos [nota del autor: hace referencia a los miembros del ejercito, que por aquel entonces ya vestían el mono gris que les ha hecho tan característicos]
sábado, 21 de marzo de 2009
T-7s.......
- A ver bonito – dice con cierta sorna y desprecio – Vuelve cinco años atrás y piensa en tus amigos, en tu familia, en la gente que conocías… Ahora responde con absoluta franqueza ¿a que categoría les hubieses asignado?
[¡Touché!, sus argumentos me dejan sin palabras]
viernes, 20 de marzo de 2009
Politica y Zombies
¿Así que estuvo viendo un video mío ayer? ¿Y que le pareció? A fin de cuentas no dije más que la verdad. Lo que quiero dejar claro es que el gobierno hizo bien. Que aquel maldito cerrojazo a la española del plan Radekeer era la única solución viable para hacer que todos sobreviviésemos. En eso estoy de acuerdo, sin embargo creo que no supieron enfocarlo bien. En aquellos días la gente estaba muy asustada, sin saber que hacer, sin saber si habría un futuro concreto. Puede que por eso fuese tan alto el número de peleas y suicidios. Entonces llegó el gobierno y nos impuso las famosas categorías T. Aquello si que nos jodió. La gente estaba acostumbrada a un nivel de vida y lo estaban pasando realmente mal, y para darles la puntilla llegaron esos fascistas y se dedicaron a categorizar a la gente. ¿Se acuerda de las interminables colas frente a las oficinas T? La gente salía de allí con la moral aún más baja cuando el oficial de turno le decía a cada persona que era una inútil y le asignaba un T-7. Personalmente creo que solo había 3 o cuatro categorías ¿usted vio alguna vez a un T-6? ¿No? No me sorprende, poca gente los ha visto.
De la noche a la mañana cientos de miles de personas nos vimos sometidos a un régimen de semi- esclavitud. Algo parecido al estilo soviético o al de los Jemeres Rojos de Camboya. Si no trabajas no comes. Si no trabajas no tendrás privilegios. Y así sucesivamente. Y cada semana era peor. Contínuamente los oficiales de zona insistían, a veces con violencia física (yo no lo he visto personalmente pero me lo han contado) para que la producción aumentase. A mi me dieron un pala y me mandaron a cultivar cereales. Como la gasolina estaba racionada todas las faenas agrícolas tenían que ser realizadas como hace doscientos años, es decir, a mano. Yo lo soporté porque hice buenos amigos, y sobre todo gracias al apoyo de mi familia, pero hubo otros muchos que no aguantaron aquello. La presión, la falta de esperanza, los golpes, la ausencia de los seres queridos. Aquello hizo que el índice de suicidios creciese de forma espectacular: no había día en la que no supiésemos de alguien que hubiese quitado la vida. Otros simplemente dejaban de luchar. Se quedaban en sus camas y abandonaban toda esperanza.
Creo que es por este y otros motivos por los que me enfrento al gobierno, por la sencilla razón que dejó de gobernar y lo dejó todo en manos de los militares. Bueno aún hoy en día seguimos en manos de los militares ¡hasta nuestro presidente es un militar! Desde mi formación “Alianza Humana” queremos denunciar los abusos que se cometieron en las zonas “libres” y la mentira que propagaron sobre todo aquello.
Mis votantes son aquellos que fueron engañados con la promesa de que en las zonas libres uno se sentiría en libertad, como si el estallido zeta no hubiese pasado, para luego encontrarse con estado totalitario de corte soviético. Es ahora, cuando la amenaza Zeta está en su punto más bajo cuando debemos afrontar un nuevo cambio y exigir responsabilidades sobre lo que pasó en la zona “libre”. Sobre como nos trataron, como nos obligaron a trabajar hasta la extenuación, como fuimos estigmatizados por la asignación de categorías y por el inhumano trato que recibimos por parte del ejército. Además queremos ver las órdenes ejecutivas donde se traspasó el poder a la cúpula militar. Si ya se que es un tema controvertido, pero muchos de nosotros creemos que aquel gobierno era ilegítimo y a que no había sido ratificado por las urnas, así que una de las medidas que haré al llegar a la presidencia será desclasificar todos los documentos y demostrar al país que nos vimos envueltos en golpe de estado encubierto. ¡Por eso reclamo un cambio!
[Algunos de las personas que hay en otras mesas aplauden efusivamente con las palabras de mi invitado. Los gritos de ¡presidente! ¡presidente! Resuenan en la cafetería donde estamos. Marcos aprovecha el momento para seguir haciendo campaña subido a la silla. Doy por finalizada la entrevista y dejo al Sr. Rodríguez frente a su enfervorecido público].
jueves, 19 de marzo de 2009
Arte de WWZ (World War Zombie)
"El Cerrojazo"
[Me encuentro en el Consejo Regulador de Información en una pequeña sala sentado en una mesa entorno a un televisor. Mi acompañante es el Alferez Prieto, aparentemente su gesto es serio, pero cuando empezamos a hablar su voz resulta mucho más distendida. Antes de empezar la conversación mete una cita en el video y la empezamos a ver. En la pantalla el conocido abogado Marcos Rodríguez , ,candidato a la presidencia, está lanzando un discurso acerca de los derechos civiles…]
“ ¡Compañeros! Ha pasado ya el suficiente tiempo desde que se consideró acabada la reconquista y es en estos momentos de calma cuando debemos empezar a hacernos preguntas y a buscar responsabilidades. Durante 4 años y medio nos hemos visto sometidos a un régimen totalitario donde nuestros derechos civiles más fundamentales han sido violados. Durante años hemos sido explotados, golpeados y humillados por las fuerzas militares de este país. Estas fuerzas militares que dicen habernos liberados han sido durante años un instrumento político de un pequeño grupo de ciudadanos que se aprovecharon de la coyuntura para imponernos sus reglas y un estilo de vida totalmente despreciable. Recordad como nos dejaron a la mayor parte de la población indefensa, como animaron a muchos ciudadanos a abandonar sus ciudades para someterlos a sus brutales métodos de convivencia, como fuimos enrolados por la fuerza en su fascista ejercito y como nos quitaron nuestros derechos [ el auditorio estalla en aplausos y el alferez Prieto pausa la cinta] “
“¿Patricio O ‘callaghan? Me suena su nombre, creo que algunas de sus crónicas pasaron por mis manos ¿lo sabía? ¿no? Pues ahora lo sabe, yo fui uno de esos que se dedicaban a censurar las crónicas del frente. Espero que no me guarde rencor, yo solo cumplía con mi trabajo [esta frase se oye mucho entre los militares estos días].
Lo más curioso del tipo este – dice señalando a la pantalla- es que todo lo que dice es bastante cierto. Jodimos a la población largándonos aquí, al norte de España. Dejamos tirados a millones de personas pero debe entender una cosa, para salvarnos debíamos renunciar a salvarlos a todos. Es la doctrina Radekeer. Aísla a toda la gente que puedas y deja al resto fuera. Cuando puedas empieza a ayudar a los que se han quedado fuera, y cuando estés listo libéralos. Así de sencillo. Ni más ni menos.
Nuestro plan Radekeer, al que llamamos coloquialmente “El Cerrojazo” fue simple. Nos movimos al norte y dejamos el resto de la península a su propia suerte. Sabíamos que había zonas que podrían sobrevivir perfectamente pero no podíamos estar en todos los lados. La estructura del plan era evitar que los zetas entrasen, y darnos tiempo para reorganizar la sociedad para crear un nuevo plan para volver a retomar las zonas infectadas. No solo estaba la zona Norte: Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco; sino que también contábamos con las islas: Mallorca y las Canarias. Todos fueron catalogados como zonas idóneas para el gran plan. Y excepto por el desastre mallorquín (aún no sabemos realmente que pasó) en todas estas zonas el “Cerrojazo” fue un éxito.
Ahora piense en la gente que sobrevivió, en la que alcanzó estas zonas. En tan solo dos meses la población se triplicó en toda la zona norte. Millones de personas tuvieron que ser distribuidos en decenas de campamentos para refugiados. Luego a medida que fue transcurriendo el tiempo fuimos distribuyendo a la gente en todas las casas disponibles, pero entienda que en algún lado teníamos que meter a toda esa gente.
Luego empezó otro problema. Imagínese a millones de personas sin saber que hacer, apiñadas en casas y con una moral bajísima. Es ahí cuando empezamos a clasificar a la población y a darles un trabajo en consonancia con sus habilidades. No fue popular créame, obligamos, y sí, lo digo claramente, obligamos, a millones de personas a que trabajasen en arás de la comunidad. Aquello fue terrible para miles de personas. Acostumbradas a trabajar desde una oficina se vieron en apenas unos meses a trabajar en el campo, en las fábricas o de peones de albañil.
Establecimos una clasificación dependiendo de las habilidades de cada uno. Los más valorados eran aquellos que sabía hacer algo útil: Mecánicos, electricistas, soldadores, albañiles, etc.… estos eran por así decirlo los primeros de la lista. Luego íbamos descendiendo de categoría hasta llegar a
Y al final entre tanto desorden, entre tanto caos, la cosa empezó a funcionar. La mayor parte de la gente entendió que si no cooperaban no habría un mañana. No es que aquello fuese la casa de la pradera, pero las cosas empezaron a ir un poco mejor. Gracias a nuestra exitosa política pudimos aumentar año a año las cotas de producción asignadas a cada zona. La gente descubrió que podía vivir felizmente con lo que se les asignaba.
Aunque puede que de no haber sido por los Policías Militares no nos hubiese ido tan bien.
Tardamos un año en reflotar la economía de subsistencia, y en otro año más estuvimos ya en disposición de pensar en como reconquistar las zonas afectadas. El resto ya lo conoce ¿no? ¿Usted estuvo allí desde el principio?
Como le iba comentando…
[Seguimos hablando de muchos otros temas muy interesantes, referidos a la seguridad interna y a los datos estadísticos, pero desafortunadamente el Alferez invoca la ley de seguridad 1/182 y la mayor parte de la entrevista queda censurada. Creo que se sintió aliviado al contarme muchos detalles que desconocía pero que no han podido ser reflejados en este libro al no poder ser contrastados. He prometido no divulgar la información de esa entrevista hasta dentro de 20 años, cuando esto no sea más que un recuerdo en los libros de historia]
jueves, 12 de marzo de 2009
Encender la luz
[María Goroizola me saluda al entrar en su la habitación donde reposa actualmente. Veo numerosos tubos que entran y salen de su cuerpo. Aunque roza los sesenta años su espíritu permanece inalterable, no así su cuerpo consumido mortalmente por el cáncer. Los doctores no le dan mucho tiempo. Posiblemente esta será la última entrevista que de. ]
No sienta lástima, es lo que hay, ya sabía cual era mi destino cuando decidimos quedarnos, es por toda esa mierda que respiramos durante todos estos años. AL final tenía pasó lo que tenía que pasar y es que hemos ido cayendo uno a uno durante estos años. El primer fue Andrés, luego Mario, Walter, y ahora me ha tocado a mí. En fin, creo que al final nuestro esfuerzo sirvió de algo.
Estábamos en Trillo, ¿lo conoce? ¿Ha estado? Pues es un entorno precioso, cerca de Guadalajara pero lo suficientemente lejos como para que te encuentres en plena naturaleza. Es un sitio muy bonito. Y allí estábamos nosotros, en la recarga anual, todo estaba parado, durante dos meses la central paraba y nos dedicábamos a arreglarlo todo, a cambiar todo aquello que fuese susceptible de que se fuese a estropear. Y mientras nosotros trabajábamos en la tele se hablaba de la rabia sudafricana, de la cuarentena israelí y de otras cosas. Supongo que nos preocupamos ¿Cómo no íbamos a hacerlo? Todos teníamos familia fuera de allí, pero en aquel paraje la sensación de que algo malo estaba pasando era mínima. Nos habíamos estado preparando a conciencia para cargar un nuevo tipo de combustible, en teoría con una duración diez veces superior al óxido de uranio enriquecido. Si todo funcionaba bien seríamos la primera central nuclear del mundo en utilizar aquel combustible y todo gracias a un programa de enriquecimiento de uranio creado en Japón…. Jejeje, aquellos cabroncetes no querían arriesgarse a utilizarlo en una de sus centrales, por eso nos lo ofrecieron, y ¿Cómo íbamos a decirles que no? Si funcionaba podríamos reutilizar todo el combustible que se había estado usando durante varias décadas y que estaba almacenado en los vertederos nucleares.
La situación fue empeorando, no parábamos de recibir llamadas de nuestros familiares diciendo que lo dejásemos todo y que nos volviésemos. Muchos de los que estaban decidieron volverse, pero otros muchos decidieron quedarse. Había algo en el ambiente, no sabría como definirlo, tal vez fuese que sabíamos lo que iba a pasar y que nuestro deber era estar allí, o tal vez es que éramos lo suficientemente tontos para no enterarnos de nada. Fue difícil ser un espectador en aquellos días.
Creo que fue sábado, o tal vez domingo, no lo recuerdo muy bien, cuando llegaron las tropas del destacamento de Guadalajara. Vinieron en sus grandes camiones transportando cientos de toneladas de equipo diverso. Nos dijeron que la planta quedaba bajo la autoridad del ejército y que no había motivos para preocuparse, lo cual nos preocupó aún más. Fue el coronel Sauquillo el que nos expuso a los ingenieros lo que realmente pasaba. Nos contó lo de los zombies, y la plaga que asolaría todo el mundo. De alguna parte del entramado burocrático habían surgido varios planes de contingencia, uno de ellos era mantener las centrales nucleares funcionando todo el tiempo que fuese posible. El ejército buscaba la colaboración de los civiles en todo aquello, pero no podía obligar a nadie a realizar un trabajo que posiblemente acabaría con todos nosotros al final. Lo entendimos, creo que todos lo entendimos. Se nos pedía que nos sacrificásemos por el bien de la humanidad. Sauquillo nos habló con un lenguaje sencillo y claro. Recuerdo perfectamente sus palabras “¿alguno de ustedes se ha quedado sin luz una hora en su casa? ¿Y como se ha sentido? No puede poner la tele, no puede cocinar (a menos de que tenga gas), el micro ondas no funciona y con suerte uno de cada tres tendrá velas en su casa para pasar la noche. ¿Se imaginan lo que pasaría si esa situación se prolongase durante… semanas o peor aún meses? Que volveríamos a la barbarie más absoluta. Somos lo que somos gracias a que no tenemos que preocuparnos sobre como alumbrarnos o como cocinaremos nuestra comida. Esta central puede seguir produciendo electricidad durante mucho tiempo, puede que no todo el mundo esté ahí para recibirla, pero estoy seguro que habrá aldeas, pueblos o ciudades donde la sensación de encender una bombilla sea una sensación de esperanza. Por eso les pido que sigan aquí y que no abandonen sus puestos” Nos quedamos todos.
Aquellos militares sabían lo que hacían. Primero cortaron todos los accesos a la zona, volando puentes, provocando desprendimientos y cegando túneles. Luego se dedicaron a construir un perímetro exterior con la ayuda de los lugareños, en cosa de un mes aquella zona parecía un fortín. No se puede hacer otra cosa que elogiar a aquellos muchachos por el trabajo que realizaron, de verdad creo que ellos son los que merecen el homenaje y no nosotros. A fin de cuentas era nuestro trabajo.
Con el tiempo enseñamos a algunos chicos a manejarlo todo, no entendían nada de porque aquello sucedía, tan solo sabían que si el indicador marcaba tal entonces debían hacer cual ¿menudo peligro verdad? Pues así estuvimos… ¿tres años y medio? Liberaron Madrid y luego fueron derechitos a rescatarnos. NO es que lo necesitásemos, no estábamos muy mal, no es que aquello fuese estupendo pero no nos podíamos quejar. Éramos la primera prioridad cuando se lanzaba ayuda área, y siempre que necesitábamos algo allí estaba el servicio aéreo para darnos todo lo que necesitábamos, si en el fondo remaos los niños mimados de la intendencia ¿tal vez fuese porque hacíamos que sus chismes estuviesen encendidos?
De las nueve centrales solo permanecimos nosotros funcionando durante todo el conflicto. Ascó tuvo que operar a mitad de potencia porque se le acababa el combustible. Almaraz I y II aguantaron durante un tiempo pero al final cayeron bajo la presión Zeta. Garoña aguantó por poco tiempo, fue barrida por la horda zombie que se hizo con la meseta. Zorita estaba parada y se abandonó a favor de la nuestra . Finalmente Cofrentes aguantó hasta su liberación aunque su reactor tuvo que ser apagado ante el riesgo de un fallo masivo.
Sin embargo nuestro esfuerzo tuvo un enorme peaje. Teóricamente puedes trabajar allí sin el menor riesgo durante algunos meses, pero claro, cuando los meses se transforman en años la posibilidad de que acabes sufriendo algo es bastante elevada, y ese creo que ha sido mi caso. Mi luz se apaga, pero durante mi vida, encendí otras muchas.
[María se sumerge en un plácido sueño inducido por la morfina que invade su cuerpo. Contemplo a la mujer y salgo sin hacer ruido, consciente de que la mujer está en sus ultimos días.]
Fuerza y Honor
[El caballero Juan Espinosa de la resucitada Orden de los Caballeros de Calatrava habla con nosotros mientras vigila los ejercicios de espada de sus jóvenes pupilos. Aferra con fuerza el pomo de la espada. Su cara está surcada por varias cicatrices que son disimuladas por una poblada barba. Su voz inspira confianza y seguridad ]
Como supongo que ya sabrá, nosotros, los de las órdenes militares surgimos como respuesta al vacío que surgió cuando las juntas militares provisionares se colapsaron tras la ofensiva (por denomirnarla de alguna forma) zeta. En aquellos momentos no existía un gobierno establecido, los ultimos reductos del gobierno establecido desaparecieron tan rápidamente como aparecieron los zetas. En aquellos días la gente se volvía hacia el gobierno buscando soluciones, incluso cuando la situación estaba más desesperada la gente seguía insistiendo en pedir ayuda al ejercito, al gobierno, a la monarquía, a la iglesia, en fin a alguien, y ¿sabe que obtuvieron por respuesta? ¡nada! Ya no existía nada en lo que creer, no había gobierno, no había nada, tan solo anarquía y zetas por todas partes. La gente trató de mantenerse unida, entendió que la anarquía no era una solución viable, había un sentimiento de esperanza, los zetas podían ser vencidos, solo se necesitaba tiempo. Y mucha gente decidió aguantar. Algunos no lo hicieron y pasaron a convertirse en bárbaros de la peor calaña. De la noche a la mañana el orden establecido había desaparecido y aquello era mucho más de lo que podía aguantar la mente de muchas personas. Bandas de saqueadores atacaban a todo lo que se movía ya fuese humano o no, y desgraciadamente aquellos bastardos causaron mucho más daño que cualquier horda zombie. La gente ya no podía confiar en los vivos y muchos cayeron víctimas de la depresión: algunos simplemente se durmieron y dejaron la vida, se cansaron de no encontrar esperanza ni siquiera en otros humanos. Otros dejaron que los zetas los devorasen, mientras que otros se encerraron tanto en sí mismos que ya no fue posible sacarlos de ahí.
Es en este contexto de desesperación cuando surgimos la órdenes militares: Calatrava(C.Real), Urquiza(Burgos), El Cuervo (Teruel) o Montoro(Jaen). Como un faro en la noche. Surgimos de un espíritu común de querer ayudar a la gente y todas ellas presentamos rasgos comunes en nuestra corta historia. Parada – confrontación – ataque, así es como lo podríamos denominar. Me explico, en casi todos los casos surgimos tras haber detenido a los zombies, luego surge un espíritu de lucha gracias a los constantes enfrentamientos, y finalmente en lugar de defendernos pasamos a liderar los ataques. Nuestras victorias se van haciendo populares, así como nuestro estilo de vida, que aunque resulte espartano ofrece una pizca de esperanza en un mundo deshecho.
Cuando el ejercito nos relevó no pudo más que admirar que unos tipos armados a la antigua hubiesen combatido tan bien. Es cierto que no hubieramos podido ganar la guera, éramos pocos y el proceso de acabar con los zetas a golpe de maza (o espada) era lento y fatigoso, los zetas que un caballero podía despachar en una semana los despachaba un gris en un día. Es cierto que ellos ganaron la guerra limpiando España de zetas, pero fuimos nosotros, los miembros de las órdenes de caballería los que permanecimos a lado de la población en todo momento, dándoles esperanzas y proporcionándoles toda la ayuda que nos era posible.
[nota del autor: Juan hace referencia al color del uniforme del ejercito español. Se dejaron a un lado los uniformes de camuflaje para hacer uniformes sencillos y prácticos de un color neutro, en este caso gris.]
miércoles, 11 de marzo de 2009
Los Caballeros de Urquiza
[Estoy en Valmala, sede del Museo de
- ¿Le sorprende verme así, como un caballero medieval? Pues no se sorprenda, encontrará a muchos por la zona vestidos de la misma forma. Ahora ya no hay tantos, pero en otra época [lo dice con añoranza, como si hubiesen pasado décadas] éramos más de 2000. Se lo diré de forma clara: nos jodieron, si como oye, nos jodieron todos: los políticos, el ejercito, la junta provisional militar… todos nos dijeron que aguantásemos en nuestra zona. Nos dijeron que los zetas tardarían meses en llegar a las montañas, si es que llegaban alguna vez. Y claro nosotros les creímos ¿Por qué no ibamos a creerles? A fin de cuentas nos sentíamos seguros en nuestros valles. Teníamos agua, las cosechas se habían recogido y los bosques nos proporcionarían la suficiente madera como para mantenernos en calor durante varios inviernos. Se supone que la junta militar nos ayudaría con armas y municiones, y sabe que es lo que recibimos ¡nada! Durante meses tuvimos que hacer frente, primero a algun zombie aislado, pero luego los grupos de zetas se fueron haciendo más numerosos. Nos vimos obligados a construir la muralla a lo largo del valle para evitar que pasasen, y le aseguro que aquello fue duro. Y es cuando empezamos pasarlo un poco mal. Por esta zona abundaban las escopetas de caza, pero claro, la munición empezó a escasear y nos vimos obligados a utilizar métodos más primitivos para cargarnos a los grupos de zombies. Al principio usabamos bates de béisbol, azadones, hachas, y todo lo que pudiese acabar con un zeta de un solo golpe de forma rápida. Y aquello no se lo voy a negar se nos daba estupendamente. Pronto empezamos a refinar nuestras armas y gracias a la ayuda de varios artesanos empezamos a portar espadas, algunos muchachos empezaron a llevar escudos y poco después no había grupo que no estuviese equipado con ellos. De ahí pasamos a protegernos con armaduras, al principio llevabamos ropas gruesas: cazadoras de cuero, guantes, cascos de motorista, etc.. pero poco a poco y gracias a algunos libros empezamos a desarrollar nuestras propias armaduras usando todo aquello que teníamos a mano, y luego encontramos una forma de hacer armaduras de mallas de una forma rápida. Y así surgió el espíritu de Urquiza, aquellos grupos de hombres (y mujeres! Que más de una combate con más fiereza que cinco hombres) fueron creando un espíritu de corps hasta que el gran maestre Rodrigo Sanchez fundo a orillas del lago Urquiza la sagrada Orden de Urquiza. Los caballeros de la orden hemos hecho voto de luchar hasta la muerte contra los pútridos y a seguir las reglas de la orden.
Ahora que la reconquista casi ha terminado
Puede que nuestra forma de luchar contra ellos sea anacrónica, pero ahí están los resultados, decenas de miles de zetas han caído bajo el filo de nuestras espadas y muchos más caerán!
[Pocos meses después de esta entrevista, la orden de Urquiza en pleno aceptó el ofrecimiento de las Naciones Libres y partió hacia Egipto. En la actualidad comparten junto a tropas israelíes la tarea de despejar los márgenes del Nilo de Zetas. Lo ultimo que supe de ellos es que estaban llevando a cabo su labor con gran efectividad, ganándose los elogios del todopoderoso ejercito israelí]
Nos quedamos sin vacaciones
[Jauma Oriols nos saluda desde lo alto del puente del “Pánico III” una lancha rápida que se encarga de vigilar que nadie se acerque a la isla de Mallorca. A lo lejos se puede ver la isla y los cientos de miles de zombies que aún se encuentran allí]
- ¿Los ve? Aún andan a sus anchas por ahí, es de los pocos sitios en los que los Zetas se pueden mover sin problemas, creo que solo en Creta están peor, a saber cuando podremos volver a reclamar la isla. Se supone que Mallorca iba a ser uno de los puntos fuertes con los que hacerse fuertes para una futura reconquista de la península junto con la zona norte española, sin embargo, ya ve como acabó, como un maldito parque de atracciones para los Zetas.
En un principio la idea parecía buena, la isla protegida por un gran contingente armado y por parte de la flota para impedir que nadie se acercase sin permiso. En teoría iba a ser una población reducida, la propia isla no podría mantener a mucha gente y esencialmente se había pensado como un baluarte desde el que enviar incursiones a la península. Y al principio todo funcionó perfectamente, el gobierno no permitió los vuelos a la península y los ferris dejaron de ir por orden del ejército. Tan solo se permitía un tráfico militar. Durante los momentos del gran pánico los militares se ocuparon de evacuar a la isla a las personas que más utiles pudiesen ser en un futuro. Médicos, profesores universitarios, mecánicos, electricistas, y un largo etc obtuvieron su pasaje en primera a isla salvación. ¡je! Así la llamaron algunos. ¡je! Más bien debieron decir Isla Perdición.
Y aquí es donde empieza la especulación, porque al principio todo les fue estupendamente, la marina cumplía su deber y se dedicó a hundir a todos aquellos que se acercaban, aún hoy hay franceses que se acuerdan de nosotros por las barbaridades que se hicieron en aquellos días. Durante meses, Mallorca fue vista como un punto seguro, desde ella se emitia radio libertad a toda Europa, de hecho creo que fue la primera emisora de radio libertad de toda Europa [mi interlocutor no lo sabe pero ese honor corresponde a la aldea de Walhenssein en Renania – Alemania]. Fueron de mucha ayuda para algunas comunidades que se encontraban aisladas y a las que ayudaban de la mejor forma que podían. Entonces algo pasó, de repente, los grupos Hacha desaparecieron, eso nos tenía que haber puesto en alerta pero aquellos cabrones no quisieron pedir ayuda, tal vez fuese por orgullo o tal vez porque entendieron que si la gente descubría que uno de los bastiones contra los zeta estaba en peligro la moral bajaría. El caso es que los contactos se fueron haciendo más escasos hasta que finalmente desaparecieron. Algunos rumores dicen que en sus últimos días un radio telegrafista consiguió ponerse en contacto con Bilbao informando de lo precario de la situación: los zetas habían conseguido llegar y se habían hecho con el control de la isla.
¿Cómo llegaron hasta allí? ¡vaya usted a saber! Algunos dicen que fue uno de los miembros de los grupos Hacha que volvió infectado, otros dicen que ya había zombies por la isla, aunque la teoría más aceptada es que alguno de los barcos que hundieron los de la armada contenía a algunos zeta que no murieron al hundirse el barco. Simplemente se fueron dando un paseito por el fondo del mar hasta cualquiera de las playas de la isla, y bueno el resto es historia.
Ahora nos limitamos a observar a los zetas. De vez en cuando nos acercamos a alguna de las playas y hacemos el suficiente ruido para atraer a un buen enjambre del que damos cuenta más tarde.
[miro perplejo hacia donde me señala el capitán y veo lo que me dice, miles de esas cosas se encuentran en la playa mirando en nuestra dirección. A una orden el capitan autoriza el fuego y media docena de cañones de alta velocidad abren fuego y destrozan a la horda de zetas]
Pues así estamos desde hace un año, avanzamos, despejamos un área un poquito y luego nos movemos a otra zona. La idea es que dentro de 3 meses hayamos eliminado los suficientes como para poder establecer una cabeza de puente lo suficientemente ancha como para poder reconquistar la isla. Tenga en cuenta que la isla cuadriplico su población, y eso son muchos millones de zombies por matar. Malditos cabrones, con lo bien que se veraneaba aquí…
miércoles, 4 de marzo de 2009
Malos Presagios
Mi entrevistado esta nervioso. No para de mirar a un lado y a otro, el cigarrillo que tiene en las manos, un Ducados con un 55% de tabaco, se ha consumido prácticamente. Sus dedos corazon e índice estan amarillentos por culpa de la nicotina. En su cara flácida y sin afeitar, sus grandes ojos negros resaltan de sobremanera. A su lado hay dos tipos bastante fuertes que vigilan cada uno de sus movimientos. Me han dicho que estan para protegerme. ¿Protegerme de quién?
Me llamo Carlos Blasco, tal vez haya usted oído hablar de mí. ¿sí? Yo era coronel por aquel entonces en
Entonces todo empezó a desmoronarse poquito a poco. Todos empezamos a oír cosas sobre lo que estaba sucediendo en Sudáfrica, al principio nos lo tomamos a coña. Ya sabe como somos los españoles: “como venga un rabioso de esos le pego un tiro en los cojones y verá que rápido se le pasa la rabia”. Ninguno de nosotros le hizo mucho caso, ni siquiera creímos que aquello fuese a más. Se nota que no estábamos en casa. Por aquel entonces los medios de comunicación estaban agitando el avispero mediático buscando una noticia sensacionalista con la que llenar minutos en el telediario. Y nosotros sin enterarnos de nada. Algunos de los soldados tuvieron que ser encarcelados, al parecer la tensión que se vivía en sus casas a miles de kilómetros se había trasladado al Fuerte Talavera en Afganistán. Durante días la tensión fue aumentando, se notaba en el ambiente. Las noticias que iban legando no eran buenas y se decía que ya había casos por todo el mundo: Chicago, Londres, París, Berlín, Bombay… por todas partes el mismo problema, estábamos al borde del gran pánico. Hasta los talibanes habían dejado de atacar nuestra base. Puede que fuese ahí, en ese momento, cuando nuestros enemigos más acérrimos dejaron de atacarnos cuando nos dimos cuenta de lo grave que podía ser la situación. Instintivamente ordené a las tropas que dispusiesen de todo para realizar una evacuación de emergencia. Mi instinto no me falló y en pocas horas el jefe del estado mayor ordenó que todas las tropas españolas que estaban en el extranjero volviesen a casa. Creo que no fuimos los primeros en hacerlo, los franceses ya habían evacuado dos días antes, aunque no nos enteramos hasta el día que nos fuimos. Recuerdo con pena a unos pobres cascos azules indios, querían volver a sus casas para poder ayudar pero su gobierno se había olvidado de aquel pequeño contingente, desconozco que fue de ellos. Supongo que caerían victimas de los talibanes o en el mejor de los casos víctimas de los Zetas.
Cuando llegamos a casa la situación estaba jodida, se había decretado el cierre de las escuelas, y el toque de queda era habitual en todas las grandes poblaciones. Aquello no hizo más que acrecentar el pánico que empezó a bullir dentro de todos y cada uno de los españoles.
[La voz del coronel Blasco vacila, da una gran calada y prosigue]
A nosotros nos enviaron a los túneles de Guadarrama. Había más unidades disponibles en Madrid, pero nosotros éramos expertos en explosivos ¿adivine que nos mandaron? ¡Exacto! Minamos los túneles de
Le puedo asegurar que nadie entendió aquello. En aquel momento las noticias sufrían una rigurosa censura. En teoría todo iba perfectamente pero nadie se lo creía. Internet nos puso en evidencia: aquello que no podía salir en la tele salía en youtube, pronto las imágenes de largos convoys del ejército marchando en dirección norte se hicieron frecuentes. La gente demandaba información, querían saber porqué el ejercito se iba. No todas las tropas se fueron al norte, algunos comandantes desobedecieron las órdenes mediante burdas excusas. Supongo que aquello les costó la vida, creo que solo el Grupo de Combate 7 apostado en Puerto Llano logró aguantar hasta que fueron relevados tres años y medio más tarde.
Y entonces sucedió, las noticias rompieron su silencio, la televisión se dedicó a soltar mierda y el gran pánico se extendió. Por aquel entonces el índice de Zetas era muy bajo, puede que no hubiese más de 3 o cuatro por cada mil habitantes en Madrid, pero según lo narraban las noticias parecía que hubiese miles de zombies recorriendo las calles. Y aquello provocó el Gran Pánico. Millones de personas decidieron salir a la vez de la capital llevándose consigo todo lo que podían. Desde el Alto de los Leones podíamos ver como la carretera de
No recuerdo bien la hora exacta, se que fue antes de las seis porque el cabo Rodríguez aún seguía en su puesto, cuando alguien me avisó de que algo sucedía a la altura de Villalba. Un grupo de aquellas criaturas había hecho acto de presencia e inevitablemente el pánico cundió entre toda aquella marea de gente. En un momento, aquella riada humana que trataba de alcanzar los túneles de guadarrama pensando en que al otro lado estaba la tierra prometida de una forma ordenada, cayó en la más absoluta de las anarquías. Se podía ver a la gente corriendo abandonándolo todo, pasando por encima de los coches, arrollando a aquellos que tuvieron la mala suerte de tropezarse. El pánico estaba a las puertas de los túneles.
Es aquí donde la historia varía dependiendo de quien la cuente, para los que tuvieron la mala suerte de sobrevivir aquel acto lo consideraron la mayor traición y el acto más vil desde los campos de concentración nazis. Para los que consiguieron pasar al otro lado fue la decisión más inteligente se podía haber llevado a cabo. Yo solo seguía órdenes, y a ellas me remito. Creo que eso es de lo que va el ejercito, de seguir ordenes, yo me limité a cumplirlas, no pensé en las consecuencias ni en la gente que iba a dejar atrás, tan solo cumplí con mi deber. A una orden mía, 43 cargas explosivas sellaban los túneles de guadarrama totalmente dejando incomunicadas a cientos de miles de personas. Minutos más tarde explosiones secundarias acabaron con las carreteras que separaban a Madrid de Castilla León. En Somosierra, en
Mucho se ha especulado sobre lo acertado de aquella medida, eventualmente los Zeta se abrieron paso hasta la meseta pero para aquel entonces todos los accesos a la zona cantábrica ya habían sido sellados. Nuestros detractores dicen que lo único que hicimos fue crear un ejército de zombies y muchas familias me acusan de genocidio intencionado. [La voz de nuestro interlocutor tiembla] Yo solo puedo decir en mi defensa que me limitaba a cumplir órdenes.
[Seguimos hablando con el coronel Blasco durante un rato más, pero su relato empieza sonar cada vez más incoherente, hasta que finalmente estalla en un mar de lágrimas mientras repite una y otra vez que solo cumplía ordenes. Los dos fortachones que nos han acompañado durante toda la entrevista se lo llevan.
Hubiera sido interesante conocer las opinión del comandante Ruiz, el otro gran héroe \ villano que realizó la misma tarea en
lunes, 2 de marzo de 2009
Una luz entre tanta oscuridad
Me reúno con Ana Mendoza en un pequeño café en la zona nueva de Madrid. Se la ve radiante y numerosas personas la reconocen como la periodista del canal líder en tv. Lleva un ligero vestido de color amarillo y luce un atractivo bronceado. Durante años fue una de las múltiples periodistas que cubrieron la contienda para la televisión del ejercito. Su presencia en tv fue vista por muchos como la llama de la esperanza. Hoy en día no deja de recibir premios por toda la geografía española.
¿le sorprende verme así? Se que la gente no está acostumbrada a verme así, solía llevar un chaleco lleno de bolsillos y un estupendo casco del ejercito español, que la verdad sea dicha no se para que me servía porque aquellas cosas no disparaban, pero ¿sabe una cosa? Frente a las cámaras cualquiera que vaya con un casco parece mucho más serio, y siempre parece que la situación es mucho más peligrosa de lo que realmente es.
Yo me encargaba de las conexiones en directo durante los meses previos al gran pánico. Fui testigo de cómo el ejercito clausuraba los aeropuertos ¿recuerda aquella conexión en
Nuestro día de gloria fue aquel en el que nos topamos con el primer Zeta. Los productores y los ejecutivos estaban como locos para que encontrásemos uno y se lo mostrasemos al gran público. Recuerdo que estábamos todos los periodistas como locos buscando a un pútrido para hacer el mayor reportaje sensacionalista del año. Creo que fue a eso de las 22,35 o así cuando Miguel, el cámara que iba con nosotros en aquel momento oyó en el escáner algo sobre un ataque en las barranquillas, un grupo de yonkis estaban atacando la casa de un narco-gitano de la zona. Todos nos miramos y supimos que aquello era la noticia del año. Saltamos a la furgoneta y corrimos como locos a las barranquillas en busca de la conexión del año. Me acuerdo que nos topamos con los chicos de la otra cadena e infantilmente hicimos una carrera para ver quien llegaba primero al lugar.
[Ana enciende un cigarrillo y le da fuertes caladas, su voz denota cierto nerviosismo] ¿Sabe? Aún recuerdo la primera vez que los vimos. Cuando llegamos saltamos de la furgoneta con la cámara en mano y realizamos una pequeña intro. Miguel me enfocó primero a mí y luego enfocó al grupo de yonkis que aporreaban la casa. ¿Sabe de lo que me acuerdo? Del olor. Toda aquella zona era un estercolero, bolsas de basura tiradas por doquier sin ningún control, el olor a orín, a neumáticos quemados, y allí estábamos nosotros grabando toda la secuencia en directo. Yo no quise acercarme, no se porqué pero sentí una sensación de peligro inminente: mi cerebro me decía que siguiese grabando y al instante siguiente me decía que me alejase lo más rápidamente posible de allí. Al final mi propio instinto de conservación se antepuso a mi afán de protagonismo. Supongo que habrá visto las imágenes, las primeras imagines de un Zeta en España, como aquel pútrido se abalanzó sobre Chus, la compañera del otro canal y le muerde el cuello mientras su cámara se queda clavado en el sitio sin poder reaccionar y como cae víctima de otro zombie que había a lado suyo y en el que nadie había reparado. Fue la peor experiencia de mi vida, recuerdo que Miguel yo salimos corriendo hasta meternos en la furgoneta mientras gritábamos como locos. Damián, nuestro conductor salió volando de allí y no paramos hasta llegar a nuestra cadena donde se ocuparon de montar todo lo que pudimos grabar aquella noche. Durante un par de días no se habló de otra cosa y creo recordar que no hubo más ataques en una semana. ¿Sabe? Yo creo que en esa semana el gobierno pidió más favores a los medios de comunicación que en toda la historia. Y lo que en aquel tiempo me pareció indignante, pues creía que el pueblo tenía que saber toda la verdad, ahora me parece que tenían sus razones, si los medios de comunicación no hubiésemos seguido agitando el avispero tal y como hicimos, el Gran Pánico no habría sido tan grande. Pero al final todo acabó estallando. Era imposible que no ocurriese. Solo tenías que darte una vuelta por cualquier blog, o comprobar tu email para encontrarte con videos o fotos que mostraban a los zombies atacando a alguien o moviéndose a sus anchas por algunas zonas antes de ser abatidos por los GEO.
Luego ya sabe el resto de la historia, el Gran Pánico a escala mundial, la derogación del tratado de Shchengen, los colapsos en las carreteras y la desaparición de la civilización como la habíamos conocido. Yo fui de las pocas afortunadas que pudo salvarse antes de que el Colapso [ana remarca de forma sonora esta palabra] dejase a Madrid aislada del norte. Y supongo que el resto es historia. Clasificada como una T-7, es decir, sin habilidades útiles para la sociedad, fui enrolada a la fuerza [ana hace el gesto de ponerle comillas a esta palabra con una sonrisa] en una fabrica conservera en la ría de Arosa. Creo que estuve dos años trabajando allí, hasta que finalmente unos tipos del ejercito me sacaron de allí y me pusieron al frente de los informativos del ejercito, donde pude cubrir las principales operaciones: León, Torrelobaton (Valladolid), Peñafiel, El Alto de los Leones, Madrid… y así durante cinco largos años hasta que llegamos a Almería.Prólogo
La literatura sobre la guerra mundial Z ha ido en aumento durante estos años, destacando numerosos títulos como pueden ser “Guerra Mundial Z” de XXX , “Cruzada en el Hielo” de Boris Parkachov o el más reciente best-seller “Donde teníamos que estar: la historia del príncipe de Gales”, la editorial Malborka acabad de publicar un nuevo título cuya calidad creemos que es igual o superior a los libros anteriormente mencionados.
Nuestro autor, Patricio O’Callaghan-Iglesias, participó en la reconquista Z sirviendo como psicólogo de combate en el 3er batallón de infantería ligera de Pontevedra. Su misión consistía en determinar la moral de las tropas y en proporcionar un alivio a las tensas mentes de nuestros soldados. Pese a carecer de cualquier tipo de instrucción como psicólogo Patricio demostró ser un enlace perfecto entre las tropas y los servicios de recuperación psicológicos de la retaguardia. Con frecuencia podía determinar que soldado acabaría cayendo en una depresión por estrés de combate o que elemento de cada pelotón era el más valioso. Patricio es una persona a la que le confesarías tus secretos más insospechados tras una noche de fiesta, se puede decir que tiene un don natural que hace que la gente confíe en el de manera instintiva. Tal vez sea su porte, alto rubio y de ojos azules, o tal vez sea su acento gallego y su familiaridad con todas las personas, que hace que sea imposible que te caiga mal. De no haber sido por el yo no estaría escribiendo estas líneas: se puede decir que el me salvó de cometer una locura tras la deblacle salmantina. Durante dos años Patricio ha estado recorriendo la geografia española entrevistando a miles de supervivientes y consiguiendo valiosos relatos sobre
Les invito a que disfruten tanto como yo lo he hecho, leyendo y seleccionando parte de los testimonios conseguidos por Patricio O’callaghan-Iglesias.
General de infantería Arturo Fuentes Meira, Octubre del 20XX,