miércoles, 1 de abril de 2009

La primera vez... que vi un zombie

[Estamos en la base de Medina del Campo , donde Juan Carlos Martín dirige a un equipo de mecánicos. Cuando comenzamos a hablar esta metido en faena arreglando el motor de un Vehiculo de Transporte de tropas “Pizarro” , tiene el mono azul grasiento y sus manos están teñidas por la grasa. Por un momento, saca las manos del motor , se las limpia en un trapo bastante mugriento y del bolsillo saca un paquete de Ducados – 45% tabaco original que enciende con un mechero que ha visto tiempos mejores]

¿Qué como fue mi primera vez? Pues era verano, estábamos en la playa, la chica se puso cachonda y … ¡ah! Que no se refiere a cuando nos estrenamos con una mujer, se refiere a la primera vez que vi un zombie de esos….
Veamos, era septiembre, lo recuerdo porque por aquel entonces había bastante trabajo. La gente volvía de vacaciones y tenían que ajustar sus coches, cambiarles ruedas y demás historias. Hacía días que se venía comentando en las noticias cualquier suceso referido a los zombies. Ya habíamos visto cien mil veces las imágenes de aquella reportera tan guapa en el poblado chabolista y cada día llegaban más imágenes, más datos, lo que pasaba al otro lado del atlántico. Vamos que la situación estaba bastante tensa. Algunos clientes me comentaron que sólo habían vuelto a casa a coger lo imprescindible y que se volvían a sus apartamentos de la playa, a fin de cuentas en esos sitios no pasaba nunca nada , eso me decían. ¿se lo puede creer?
Era de noche, y ya había cerrado hacía tiempo. Hacía calor, agravado por el pequeño despacho donde me encontraba repasando la contabilidad, y el único ruido que oía era el del ventilador que tenía en el lateral y el de Radio Olé con Camela de fondo.

-BUM-BUM-BUM – tres golpes sonaron en la puerta del garaje.
¡Joder, otra vez los putos críos jodiendo! ¡que les den! Yo a lo mío que tengo mucho que hacer.

- BUM – BUM – BUM – de nuevo golpearon la puerta.
Serán gilipollas- pensé – seguro que son esos mierdas de latinkins que he visto por el barrio. Si es que este barrio se esta poniendo cada vez peor.

- BUM – BUM – BUM – sonó de nuevo.
¡La puta que los parió! – dije en voz baja – se podrían ir a tocarle los cojones a su puta madre

- BUM – BUM – BUM
¡Será cabronazo! – dije mientras me levantaba de golpe e iba hacia el portón con cara de pocos amigos

- BUM – BUM – BUM
Hijo de la grandísima puta, como no pares de darle a la puta puerta voy a llamar a la policía.- vociferé a los del otro lado.

- BUM – BUM – BUM
¡Voy a llamar a la policia! ¡tengo el telefono en la mano!

- BUM – BUM – BUM – BUM-RASSG…- el sonido de algo rascando contra la pintura de la puerta fue claramente audible
- Me cago en la leche, que me ralla la puerta, será maricón – pensé indignado.

Ahí es cuando debí haber llamado a la policía pero supongo que pudo más mi mala ostia que mi cerebro. De un golpe abrí la pequeña puerta del portalón y no vi nada. Me asomé para encararme con aquel tipo y allí estaba mi primer zombie. Al principio no lo reconocí como tal. Tan solo vi a un tipo en chándal azul y una camiseta blanca raída y bastante sucia con abudantes manchas de coca cola (o eso pensaba yo). No me fijé en su cara, ni en sus manos, pero en cambio si que me fijé en el portalón del taller y me di cuenta de las marcas que me había hecho aquel cabrón. Supongo que algo se activó en mi cerebro cuando me di cuenta de que había restos de sangre en toda la puerta, incrédulo recorrí las manchas que acabaron en las manos de aquel tipo. Cuando las vi no tuve conciencia de que algo no encajaba hasta que se empezaron a mover. Los dedos deformados, en posiciones anti naturales, cubiertos de tierra y sangre, incluso uno de sus dedos colgaba de una de sus manos apenas sujeto por un par de jirones de carne.
Recorrí con mi mirada su brazo, su hombro hasta llegar a su cara… [Juan Carlos traga saliva] Supongo que ahora ya estamos acostumbrados, pero la primera vez puede ser un tanto impactante. Aquel tipo tenía un lateral de la cara medio hundido, la mandíbula le colgaba de forma espantosa. De su boca sobresalía una monstruosa lengua de color morado negruzco , y sus ojos, como dos pozos de muerte, mostraban un blanco cadavérico.
Me quedé parado, creo que fue una de las reacciones más habituales al ver un zombie por primera vez. No supe que hacer, le miré entre la fascinación por lo desconocido y el temor hacia algo anti natural. Aquella cosa se giro hacia mí y antes de que me pudiese dar cuenta lo tenía encima. Creo que fue el instinto de auto conservación el que me hizo moverme justo una décima de segundo antes de que aquel zeta me alcanzase. Instintivamente retrocedí cuando aquel bicho se avalanzó sobre mí, con tan mala fortuna que caí hacia atrás con aquella cosa encima. No necesitaba que nadie me dijese que era aquella cosa. Había visto reportajes en la tele sobre aquellos bichos pero no espera encontrármelo en mi taller.
Recuerdo que pelee con aquello, trataba de evitar que me mordiese e hice todo lo posible por mantenerle a distancia. Le pateé, le golpeé con los puños, e incluso le dejé caer una pila de neumáticos encima. Pero no fue suficiente. Aquella cosa seguía avanzando. Horrorizado le fui lanzando todo lo que iba encontrando por el taller, tacos de madera, válvulas, tuercas, una llanta, pero sin resultado alguno.
De repente me acordé de algo que dijeron en las noticias. Un experto inglés que habían traído al programa de la Ana Rosa dijo que a estos bichos solo se les podía matar de un golpe en la cabeza. Así que corrí hasta el final del taller y empecé a buscar una llave inglesa. Recuerdo esos momentos frenéticos, rebuscando por todas partes hasta encontrar la jodida llave, hasta que finalmente apareció. Recuerdo que la así con fuerzas y que descargué un fuerte golpe contra aquella cosa. ¿sabe lo difícil que es acertar a alguien en momentos de tensión? Mi golpe golpeó al zombie en el hombro. Me acuerdo de que aquello sonó de forma seca, que se oyeron los chasquidos de varios huesos al romperse, incluso me pareció ver algo blanquecino que traspasaba la camiseta.
El zombie se tambaleó ligeramente y volvió a la carga. De nuevo le golpee, y aunque mi golpe iba bien dirigido tan solo conseguí golpearle la mandíbula. Esta vez noté como los dientes se rompían bajo el impacto de la llave inglesa. El zombie se volvió a tambalear lo que me dio tiempo suficiente para alzar de nuevo mi improvisada arma y golpear de nuevo en la cabeza a aquella cosa. Sonó como un huevo al estallarse, supongo que ya lo habrá escuchado alguna vez, es una sensación difícil de describir ya que es tan intensa que faltan las palabras.
Lo que sigue es bastante más fácil de contar: una llamada al 112, los GEOS asaltando el local, un equipo NBQ aislando el cadáver y comprobando que yo no había sido mordido. Al día siguiente llamé a un primo mío en Coruña y cerré el local. Supongo que me fui antes de que se extendiese el gran pánico. Y desde entonces hasta ahora trabajando sin parar para los milicos.

1 comentario:

  1. Buenisimo, un relato muy entretenido.....

    Ya no pones mas capitulos?

    No nos dejes con las ganas.....de seguir leyendo.

    Gracias....

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