sábado, 31 de octubre de 2009

Radio Libertad - Emitiendo sueños

[El pequeño estudio de radio donde me encuentro pertenece a Radio Libertad – 3, comúnmente llamada Radio 3. Pedro Arconada nos recibe con una amplia sonrisa y sobre todo con un generoso apretón de manos. A medida que nos vamos presentando no puedo evitar quedarme sorprendido ya que al igual que para muchos, Pedro no tenía rostro, solo voz. Es lo que tienen las ondas que cada uno se imagina al locutor de una forma u otra. Pedro, resulta ser todo lo contrario a lo que yo tenía en mente. En tono distendido y divertido comienza la entrevista]

-Así que usted es Pedro Arconada, el famoso locutor –
- Bueno, sí, al menos eso dice mi madre – dice sonriendo
- ¿Cómo fue esto? Quiero decir, ¿Cómo llegaste aquí, a la radio? Antes del estallido habías trabajado en la radio haciendo colaboraciones, e incluso creo que tenías un programa los sábados por la mañana en una pequeña emisora castellana ¿Cómo se llega de ser un casi desconocido que hablaba en Radio Palencia a ser la voz más famosa de la radio?
- ¿la más famosa? Jo! Vaya! Si mi madre te oyese lo contenta que se habría puesto. ¡si yo no soy importante – dice con gran modestia – los importantes son los chicos que estuvieron ahí fuera soportando toda esa mierda, yo solo me dedicaba a hacerles pasar el rato durante unas cuantas horas al día.
- No peque de modesto, su programa ha sido un hito en la historia de la radio
- Si, bueno, es que, sabe, creo que no quedaban muchos locutores vivos por aquel entonces. Veamos, veamos, veamos…yo estaba en Palencia cuando empezó todo este lío, y aunque no lo crea yo era uno de esos que pensaba que todo esto era una tontería y que no había que hacerle mucho caso, hasta el día que vi a mi vecino coger a su mujer y a sus hijos y largarse a toda velocidad hacia el norte. Yo era de esos optimistas que pensaba que llegaría una cura milagrosa o que los americanos vendrían a socorrernos o que el ejercito podría hacerse cargo de la situación ¡menudo tonto!. Cuando la situación se fue definitivamente al carajo y vi al Rey con la cúpula del estado mayor en la tele dirigiéndose a la población fue cuando me di cuenta de que la cosa iba mal. Así que hice las maletas y con unos amigos me dirigí a Avilés. Nos costó diecisiete días llegar, y no llegamos todos. Perdimos el coche, las maletas, fuimos atracados, desvalijados y abandonados a nuestra suerte hasta que finalmente conseguimos llegar a Salas (Asturias) donde fuimos reubicados por el ejército y recibimos nuestra T-7 como el resto de los mortales. Supongo que al igual que muchos el cambio de una vida civil sin problemas a vivir en una especie de campo de trabajo penal fue bastante duro. Sin embargo, lo que puedo decir es que aprendí mucho de mí mismo y del resto de la gente. Todos los días veía lo mejor y lo peor del género humano: recuerdo como un grupo de chavales, que no tendrían más de 17 años compartían parte de su ración con una abuela que evidentemente no pasaría de aquel invierno. También vi lo peor, antiguos ejecutivos abusando de antiguos empleados, robándole los zapatos a alguien que estaba dormido, en fin, lo peor. Pero sobre todo encontré solidaridad entre la gente. Si uno estaba jodido por algo, siempre había alguien que te podía hechar una mano, no sabías quien era pero muchas veces había alguien que te ayudaba desinteresadamente. Aprendí mucho!
No recuerdo cuanto tiempo pasé en el campamento para refugiados de Salas, creo que fueron 4 meses, pero para mí fueron cuatro años, y cuando digo que la vida me enseñó más en cuatro meses que en cuatro años no miento.
Entonces apareció un día la guardia civil. Venían en caballos, con su capote, su tricornio y su fusil a la espalda, si no supiese que estabamos en el siglo XXI, diría que aquellos dos tipos parecían sacados de una estampa de la guerra civil española.
Me sacaron del campo bastante rápido, me hicieron unas preguntas de rutina para comprobar donde había trabajado y me llevaron a Avilés. Una semana más tarde era uno de los locutores de Radio Libertad 3 – R3.
Desconozco quien me encontró entre las listas Ts, supongo que vieron “locutor de radio” y me pusieron a restransmitir noticias durante todo el día. Eramos un equipo de 6 personas que ibamos radiando continuamente noticias sobre diversas poblaciones, consejos, información meterológica, avistamientos, etcc… El grupo era fantástico, Carlos San Juan, Alberto ferreira, Luis costilla, a todos los conoce ¿no? Cada uno fue imprimiendo su particular estilo a su sección y bueno, el resto es historia....
En aquel entonces cada uno de ellos llevaba un programa que trataban de un tema u otro. Carlos era un agricultor de Ponferrada que daba útiles consejos de agricultura. Alberto era un ingeniero que daba soluciones sencillas para reparar objetos o para crear cualquier cachibache con lo que se tenía a mano. Luis era un sargento de la legión ya entrado en años que había estado en todos los conflictos armados del ultimo siglo y que daba estupendos consejos sobre supervivencia.

- Cuéntenos cual era guión el programa.

- ¡Ja! – dice con una gran sonrisa - ¡si no teníamos guión! – dice riendose- Bueno sí, si que lo teníamos pero bueno, al final siempre nos íbamos de madre. Se supone que teníamos que informar de avistamientos zombies en las zonas ocupadas ¡pero aquello era una chorrada! ¡si había zetas por todas partes! – nos lo tomábamos bastante a cachondeo, y supongo que el programa no hubiera sido el mismo sin mis colaboradoras: Susana y Andrea, esas si que eran unas cracks de la radio. Al principio empezamos dando los consejos que nos daba el ministerio de información, pero luego fuimos metiendo poco a poco nuestras cositas ¿recuerda cuando dijimos como montar un alambique casero para destilar aguardiente? ¡recibimos cientos de cartas, llamadas para que volviésemos a repetir como se hacía! Chico, aquello si que le sentó bien a la gente, por todas partes empezaron a surgir alambiques caseros. Reconozco que soy culpable de parte del alcoholismo de este país, pero chico, en algo teníamos que entretenernos. Luego empezamos a radiar como jugar a diversos juegos de cartas: Poker, chinchón, mus, tute… y sobre todo enseñamos a la gente ha hacer sus propias barajas. En este país, otra cosa no pero amor hacia los naipes siempre nos ha sobrado. Le parecerá estúpido que enseñásemos a jugar a las cartas por la radio pero es que no todo el mundo sabía jugar al bridge, ni al tute, y si estas encerrado con 300 personas en un pueblo perdido, cualquier tipo de distracción es buena.
La cosa se fue animando y desde el ministerio nos fueron dando más recursos, les dijimos a la gente como hacer sus propios juegos con los materiales que tenían a mano y poco a poco nuestra patria se fue llenando de gente jugando a los juegos clásicos.
Aunque parezca idiota, cuando uno se queda sin luz, sin electricidad, sin poder jugar al ordenador, a la consola, sin poder ver la tele, uno se desespera, pero si le das la opción de pasárselo bien con cualquier otra cosa entonces se meterá de lleno en ello.
A los de estadística [se refiere al Ministerio de Información] les encantan los números. Según me dicen el índice de suicidios fue bajando progresivamente a medida que el programa iba ganando en audiencia. ¡Oye! Si gracias a las tonterías que decíamos hubo uno que decidió no rendirse es que entonces el programa sirvió para algo.

[Pedro se vuelve a poner los cascos. La entrevista ha terminado y el tiene que volver a su programa radiofónico. La luz roja se enciende y se despide con la mano]

No hay comentarios:

Publicar un comentario